El virus viene como tormenta de arena
Se mete por los ojos y la boca
Llena los pulmones de miseria
Confina al pobre sin sustento
a comerse, de a poco, su propio hígado.
No hay poder humano que lo detenga
Las “medidas” solo prolongan la agonía
Solo Dios puede traer lluvia al desierto
¿Pero qué sabemos nosotros de lluvia
si para la bendición tenemos tuberías?
¿Qué sabemos “los buenos”
del significado del pan sobre las aguas?
¿Cuántas veces dimos como la viuda,
Pobre vieja que daba sus dos blancas?
¿Hemos –acaso Dios- guardado tus preceptos?
¿En qué lugar hemos colgado tu Palabra?
Vimos el dolor y lo cubrimos de excusas
Oímos el llanto y subimos la música
Y cuando vimos al sucio y desvalido
Olvidamos que en casa
Tapiado de olvido
estaba el abrigo que tú le mandaste.
¿Qué es otro dolor para el sufrido?
¿De qué se priva el pobre allá en el barrio
que antes tuviera como nosotros tuvimos?
¿Tan torpes somos los “inteligentes”
que no entendemos Tu Justicia? ¿Tan bestias somos delante de ti
que seguiremos mascando ese bocado?
Ahora, este mal que has permitido
nivela el sufrimiento para todos
Equilibra el miedo con el desespero
Carcome como sarro la moneda
y confina la mirada en el desierto.
Ahora si lo vemos, Señor, ahora si lo vemos
¿A quién, lejos de ti, a quién tenemos?
¿Quién es el líder? ¿Quién es el Supremo?
¿Fuera de ti, a quién recurriremos?
Porque tú librarás al que clamare,
Y al afligido tomarás entre tus brazos
Y salvarás la vida de los pobres
o los llevarás ¡por fin! hacia tu seno…
¡Lloren los gobiernos, llore el pueblo!
Levante su mano el poderoso
y baje la cabeza a ras de suelo,
No esperes el ruego del menesteroso
Haz como Dios, que te bendice
aún en tus ronquidos y en tus sueños…
Y aquellos que a diario invocamos tu Gloria
Creyendo que veríamos un gran espectáculo
lleno de luces y efectos especiales
Vemos que tu Gloria es Terrible y Poderosa:
Que arrasa la visión y el pensamiento
Que aplasta la maldad con furiosa estampida
Que limpia destempladamente la herida quemada
Que sacude al mundo con pestes históricas…
Es tu Gloria el Poder que hemos provocado
Perdona Señor a tus hijos rebeldes
Míranos hoy, estamos humillados
Somos un mundo de indigentes
Manda la lluvia, Señor, y aprenderemos
lo que querías decir en primera de crónicas:
Si se humillare mi pueblo
sobre el cual mi nombre es invocado
y oraren, y buscaren mi rostro
y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos
y perdonaré sus pecados
y sanaré su tierra.
Marco Gentile
Departamento de Redacción NotiCristo