El día que terminé de ambientar el último piso de nuestra Sede Virtual, me senté a descansar en el enorme sofá que había instalado en el Lobbie que se encuentra junto al Auditorio.
Luego me preparé un café, estrenando la cocina que había puesto allí para los que habrían de llegar. Les imaginaba charlando con sus tazas, compartiendo el almuerzo, planificando alguna campaña y sobretodo, haciéndose amigos y socios del más novísimo Ministerio: El Ministerio Telemático.
Me di cuenta que la gente pasaba frente al edificio pero tenía miedo de entrar porque se veía muy hermético y complicado, así que instalé dos grandes puertas de vidrio que dejaran ver el Auditorio, para que desde afuera y desde adentro las personas pudieran espiarse, y quizá con suerte, algún transeúnte -por pura curiosidad- tocara la campana de la recepción para preguntar…
Recuerdo la primera vez que sonó la campana, yo estaba organizando los manuales de La Biblioteca NotiCristo para que los nuevos ingresos pudieran entender cómo funciona nuestra Sede. Me llamó la atención que en lugar de un toque o dos, el visitante usaba el viejo ritmo de Tan-tara-ran-tan… Tan-tan.
Bajé por el ascensor (Había buena conexión a internet), y me encontré en la recepción a un hombre vestido con un saco gris, de cabello largo y canoso, que desentonaba con sus 35 o 40 años…
El hombre me miró, y sin esperar mi saludo, se me acercó a una distancia inapropiada, me puso una mano en el hombro al tiempo que me daba la mano.
- Hola, me llamo Remigio, y Dios me envió-.
Yo, por supuesto, no entendí, pero le esbocé una rápida sonrisa. Remigio me dio la espalda, caminó hacia la estancia, y se sentó con esa confianza que muestra la gente cuando coloca los brazos abiertos por encima del respaldo del sofá.
Para ese entonces yo estaba muy estresado y quería ver la Sede Virtual marchando a toda máquina, y la llegada de este personaje no me animaba para nada. Yo quería Diseñadores, Publicistas, Escritores, Gente de Medios, Técnicos, Maestros, Teólogos y cuanto profesional existiera para hacer el mejor Ministerio del Mundo (…).
- Mire amigo –le dije- ¿Sabe usted qué se hace aquí?
- Sí, todavía no se hace nada. –Me respondió al instante.
Era un personaje metiche y molesto, abusaba de una confianza que no se le había dado, y lo que más me fastidiaba era ese rostro juguetón con que te decía la verdad, verdad vergonzosa que te hacía meditar.
- Compa mire, yo estoy esperando a los hermanos que van a “Trabajar” en este “Ministerio Telemático”… Si es que usted sabe con qué se come eso... Y además no tengo tiempo para jueguitos ni burlitas inteligentes.
El personaje se levantó de un salto y me pareció demasiado ágil para su edad. Caminó teatralmente hacia mí cruzando los pies uno delante del otro.
- Yo soy tu hombre. ¿Qué necesitas?
Mi primera intención fue sacarle el cuerpo y despedirle con “guante blanco”. Pero en lugar de ello me sorprendí contándole todos mis temores acerca de este emprendimiento: “Que los pastores subestiman los beneficios del uso de las tecnologías”. “Que el enemigo conquista a la gente más rápido que nosotros porque llega a sus mentes a través de los dispositivos inteligentes”. “Que necesitaba personas con humor e inteligencia, pero que tuvieran la suficiente madurez para mostrar un evangelismo atrayente en las redes sociales”. “Que necesitaba recursos”… y bla, bla, bla… me vacié hasta que no quedó nada dentro de mí.
Remigio me escuchaba abriendo mucho los ojos, e imitaba todas mis muecas casi al mismo tiempo que yo las hacía. Sin embargo la burla no me afectaba, pues estaba distraído enumerando mis dilemas. Cuando terminé, agarró la taza que yo había olvidado en la encimera de la recepción y se tomó mi café de un solo trago.
- Oye Marcotulito… Eres sendo llorón.
Yo me iba a molestar, pero la verdad es que había llorado, y me sequé las lágrimas con la manga de la camisa.
- Y usted es bastante metiche ¿lo sabía?
- Claro, es mi trabajo.
Con esta respuesta me tomó de los hombros, me condujo a la cocina y me preparó el mejor sándwich que jamás había probado. Miró a través de la puerta que daba a la Sala de Conferencias y preguntó:
- ¿Y cuánta gente cabe en esa Sala?
- Las que me dé la gana –le dije riéndome… ¿No se da cuenta que es virtual?
- Ah… ahora sí estamos progresando… -respondió con una sonrisa aprobatoria.
La verdad es que me sentía bien hablando con Remigio. Era viejo y joven a la vez; no tenía ningún tipo de complejo para hablar y saltaba a la vista que era una persona transparente, servicial, y muy inteligente.
- Venga, le voy a dar un “tour” por el edificio, considérese el primer internauta que ve con sus ojos lo que otro imagina…
- Interesante párrafo has construido –intervino seriamente- por lo que veo estás usando la literatura para darle vida a un concepto informático… Eso te va a servir para acercar lo viejo con lo nuevo…
-Ah, lo pillaste… Todavía no sé qué va a salir de ese matrimonio, lo que sí sé es que no se pueden divorciar…
Le mostré la Planta Baja, que era el Auditorio , y le dije que todos llegaban allí, y estando en ese espacio podían sentarse a ver los productos terminados de la Fundación, incluso antes de que salieran por los medios. Le dije que estando en el auditorio también podían relacionarse con los que trabajaban en cada piso u oficina, y podían ser voluntarios en cualquier proyecto que naciera en la fundación.
El plan era que cada nuevo ingreso empezara a ver el trabajo, y en algún momento se interesaría por algún departamento o por algún proyecto, pues su vocación, experiencia y saberes serían el combustible que lo impulsaría a tomar la decisión de ponerse “manos a la obra” y asociarse con otras personas como él o ella.
- Es decir, aquí la gente hace lo que le gusta, y en el departamento que le gusta ¿No es así? - Me preguntó cuando subimos al ascensor.
- Así es, y hay diez Pisos para volverse loco…
Nos detuvimos en el primer piso, le mostré el el Departamento de Obras Sociales y Evangelismo, cual sería nuestro brazo físico para no ser una Institución solamente virtual, sino que pudiéramos, mediante las personas que trabajaran en este departamento, hacer obras sociales al tiempo que evangelizamos a los beneficiarios de esas ayudas.
El internet se puso lento (estamos en Venezuela) y el ascensor se detuvo, así que salimos como pudimos y continuamos el “tour” por las escaleras, demostrando una gran fuerza de voluntad para seguir avanzando aún en condiciones adversas.
Llegamos al Departamento de Prensa, allí se sorprendió de ver los cientos de cubículos; cada uno con su “Computadora”, su “Tablet” y su “Smartphone”… y me preguntó de dónde iba a sacar a tanta gente para operar cada uno de esos puestos de trabajo.
- Es muy fácil -le dije apuntándolo con el dedo- Cada cubículo que ves allí pertenece a un “Corresponsal”. El corresponsal es como un “Periodista”, que ponemos en cada Iglesia y en cada Organización Cristiana. Y para que no tengamos que buscar a tanta gente, lo que hacemos es dejar que esa Iglesia u Organización, nombre a su Corresponsal, tomándolo de sus propias filas.
- Ah ya veo –dijo Remigio- Así la Iglesia se asegura de que su periodista tenga sentido de pertenencia.
- Exacto. Además el Corresponsal puede trabajar con nosotros en otros Departamentos si así lo desea.
En el piso del Departamento de Redacción se sorprendió de encontrar un ambiente parecido al de Prensa, pero más íntimo y tranquilo. Le mostré las ventajas de tener a muchos escritores, teólogos, maestros, redactores creativos, poetas, narradores, comentaristas y correctores de estilo en un solo lugar. Para que así ellos, de forma individual o colectiva, escribieran los contenidos que NotiCristo difundiría por los medios, y pensaran las ideas más bellas, ilustrativas y geniales, que influenciarían de manera positiva a nuestros suscriptores.
- Ah… Este es el piso de los come flores… -Interpretó mientras asentía con la cabeza.
Al llegar al Departamento de Diseño, se emocionó con los grandes Poster y las Gigantografías que había en todas las paredes, los escritorios eran abiertos, y por doquier se veían lámparas alargadas para aquellos que se quedaban de noche haciendo el trabajo visual.
- Prensa y Redacción crean los contenidos –le dije-, luego mandamos las ideas aquí y esta gente les pone ropa bonita…
El Departamento de Diseño Gráfico y Multimedia mezclará esas grandes ideas con sus técnicas de diseño, dibujo, y publicidad…
No tendremos nada que envidiarle a ninguna empresa comunicacional.
- Esto me gusta mucho –dijo emocionado- ¿Me puedo quedar aquí?
- Claro… si no sabes diseñar, aquí te enseñamos…
Pero la sorpresa más grande fue cuando llegó al piso del Departamento de Medios y vio las oficinas cuyas paredes eran de cristal templado, y sus nombres esmerilados en las puertas describían a qué medio pertenecía cada una: Corrió y se metió en Facebook, luego en Twitter, Instagram… y después se detuvo a mirar la “Mega-pantalla” que teníamos en la oficina de YouTube.
“¿Y esas dos que están ahí?” –preguntó por las de Whatsapp y Telegram. Yo le expliqué que la gente se está comunicando más por esas vías que por las redes sociales, y se están haciendo grandes comunidades a través de ellas, y que por eso las había incluido en el Departamento.
Cuando llegó a la oficia Página Web de la observó que ésta tenía unos “Puertos” de comunicación con el resto de los medios y preguntó su funcionalidad.
- Son para que todo llegue a ella, y cada cosa que hagamos salga de ella. Es el Medio Central.
El “Tour” se detuvo largo rato en el Departamento de Medios, la oficina de Radio le encantó porque tenía todos los implementos para los locutores y productores. Pero al final se encontró una pequeña oficina vacía, cuyo objeto central era una ventana que daba hacia afuera; y en cuya puerta mostraba la palabra “ Imprenta" .
- Nooo Marcotulito… Te tomaste el tiempo de imaginar un edificio virtual y dejaste una oficina vacía… ¿Se te acabó la plata de mentira?
- Por fin te agarré… -le dije de sorpresa. Tú no puedes ver nada en esta oficina porque no es de mentira como tú; la Fundación NotiCristo tiene una Imprenta de verdad, y queda en Venezuela.
- Para ti ¿Qué es la realidad?... ¿Lo que ves con tus ojos? –me espetó.
Entendí que a Remigio no le hizo gracia que lo llamara irreal, le pedí perdón y no le tomó más de un segundo perdonarme.
Subimos al piso del Departamento de Capacitación y Proyectos y noté que los mesones de estudio, las pantallas Led, los aparatos de Video Beam, le causaron gran impresión. Pero soltó un suspiro cuando vio nuestra Biblioteca, donde guardamos todos los manuales y las guías para capacitar a nuestra gente.
- Esto es una universidad –comentó.
- Todo el que sepa algo, lo podrá enseñar al resto de sus compañeros en este espacio, así nivelamos los conocimientos de los miembros y entrenamos a los que están llegando en las áreas que les haga falta.
- ¿Y yo puedo asistir a todas las clases?
- Si tienes el tiempo… No hay impedimento.
En el piso siguiente, que correspondía al Departamento de Organización, se entretuvo largo rato viendo las pizarras que contenían planes detallados para emprender proyectos y mejorar el funcionamiento del edificio, le revelé que la gente de Organización y Asuntos Internos es la que hace que todo funcione y mantiene comunicados a todos los Departamentos.
- Son Jefes respetados, líderes de cada Departamento que se han ganado un puesto de autoridad dentro de la Fundación…
- Ah, los Caciques… Espero que haya suficientes indios –dijo con picardía.
Salimos de allí a las escaleras. Él iba delante y se volteó hacia mí como quien se da cuenta de alguna cosa.
- Oye Tulio… Está bonito tu edificio, pero lo único que le dará vida es la Gente… Ya entendí por qué llorabas hace rato.
Yo guardé un silencio cómplice, aquel personaje, un poco loco y muy inteligente, había comprendido toda la visión con solo dar un pequeño paseo por las instalaciones virtuales de una Sede Imaginaria. Y había llegado a la conclusión de que sin una persona que las viera como la veíamos nosotros, con los ojos de la Fe, si no era bajo ese lente… no habría Ministerio Telemático posible.
Por fin llegamos al piso del Consejo Directivo, donde había una pantalla grande, intercomunicadores para todos los Departamentos, y en una esquina reposaba un pequeño mesón para el buffet. Pero el elemento central de este piso era una enorme Mesa Redonda con muchísimas sillas.
- Qué… ¿viste muchas películas del Rey Arturo? –preguntó.
- Esta mesa es para discutir los temas importantes de la Fundación, la Junta Directiva está compuesta por los Fundadores de NotiCristo y los líderes más destacados y responsables de la Fundación. Aquí se decidirán los rumbos que tomaremos, la rectificación cuando nos equivoquemos y el perdón cuando hayamos de darlo o recibirlo… Esta mesa es el corazón central de este Ministerio, aquí debe prevalecer la Voluntad de Dios.
Remigio guardó un venerable silencio. Ambos nos habíamos conectado en la paridad de nuestros mundos, él había llegado de no sé dónde y a no sé qué; y yo había trabajado desde no sé cuándo ni por qué razón…
Solo me queda mostrarte una cosa, y mientras abría la puerta que conduce a la azotea Remigio se quedó mirando el enorme logo de la Fundación NotiCristo que se erguía 20 metros por encima del edificio.
- No eres para nada pichirre en tus sueños…
- Eso no es lo que te vine a mostrar… le dije con picardía.
- No puede ser… ¿Hay algo más?
Y lo llevé a las cuatro esquinas de la azotea, diciéndole que se fijara bien en el piso.
- Solo veo arranques de acero para un nuevo piso…
- Exacto –le dije yo-, esto apenas empieza…
Remigio sonrió con aprobación y yo entendí que había ganado mi primer socio, mi primer aliado para enfrentar el futuro, él sería mi mano derecha, mi capataz, mi amigo en tiempos de soledad, decepción o tristeza…
- ¿Cuál cargo quieres? – le pregunté- Puedes elegir el que te dé la gana...
- Quiero ser El Conserje –me respondió-.
- …Pero habiendo tantos puestos; y siendo amigo del “Jefe”… ¿Te vas a poner a limpiar?
- Yo no vine para para ser servido, sino para Servir -me contestó.
Desde entonces se puede ver a Remigio “Sirviendo” en cada Departamento y bromeando en todo lugar. Acepta de buena gana que le echen la culpa cuando alguien se equivoca, o lo pongan de excusa para cuando llegan tarde. Él es quien saca a la gente del ascensor cuando falla el internet… y al que acuden para bromear un poco cuando la situación se pone tensa. Es quien apaga las luces cuando todos se van y se queda vigilando el edificio mientras los demás se van a dormir…
Y cuando ya no le queda nada por hacer, se va al Departamento de Medios y se queda admirando todas las cosas hermosas que hicieron los valientes hermanos de NotiCristo.
Remigio, el amigo de todos, el gran Conserje Virtual.
Marco Tulio Gentile
Su amigo.