Recientemente oí la historia de un judío, rico y poderoso, que venía caminando de la sinagoga y meditaba en la Palabra que se había compartido: “Jehová empobrece, y Él enriquece; abate, y enaltece” (1).
En su corazón este hombre pensaba “Esto jamás podría sucederme a mí, tengo muchas riquezas y diferentes negocios, y aunque alguno de ellos quebrara, aun tendría muchos otros”. Y mientras divagaba absorto en sus pensamientos no se percató que había atravesado el límite permitido para los judíos, y había entrado al barrio musulmán.
El judío fue capturado y condenado a pena de muerte por irrumpir sin autorización. Viéndose en peligro comenzó a suplicar por su vida. Cuando su opresor se percató de que se trataba de un judío muy rico le propuso un trato; para salvar su vida debía firmarle un poder traspasando todos sus bienes y riquezas.
Y El hombre más rico, en un segundo, pasó a ser el más pobre.
Una vez que fue liberado se marchó a su casa, y en el camino retaba a su Creador: “Ya entendí que puedes abatir al más alto en un segundo… Pero devolverle todo y hacerlo rico otra vez… Eso sí es imposible”.
Al llegar a su casa se desató una tormenta, las gotas de lluvia golpeaban furiosamente los techos, y las tejas volaban por los aires. El estruendo de los relámpagos hacía temblar las ventanas. La ciudad completa se ahogaba entre las furiosas aguas…
La casa del hombre Musulmán fue alcanzada por un rayo que provocó un incendio. El fuego consumió todo lo que había, incluyendo el documento de traspaso que el Judío había firmado, haciendo imposible la confiscación de sus bienes.
De esta manera el hombre más rico, que en un segundo había llegado a ser pobre, volvió a ser el más rico en un instante.
Todo está en las manos de Dios y Él tiene la última palabra. Nadie puede pretender creerse más sabio que su Hacedor, o creer que las riquezas y el poder que posea le hacen inmune a la justicia divina.
Muchos aumentan sus ganancias de formas deshonestas disfrazadas de esfuerzo y trabajo. Oprimen al pobre, despojan a la viuda, le ofrecen los productos que la necesidad les obliga a comprar con precios marcados con levadura.
¿Acaso creen que Dios no los está viendo? ¿No juzgará Dios la causa del inocente y desamparado?
Bien dice la Biblia “El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias… ciertamente se empobrecerá”. (2)
Jehová vela por todos, por el bueno y el malo. Si tú eres de los que cree que puedes amontonar riquezas aprovechándote de la situación, vendiendo con sobreprecios, e incluso vendiendo a altos costos productos vencidos, agusanados que en otro tiempo acaparaste… ¿Crees que escaparás del Juicio de Dios? Echarás en saco roto… Tus riquezas se harán alas y volarán. (3)
El fuego prueba la calidad de nuestras obras, de la misma manera la crisis prueba nuestro corazón. (4)
Las situaciones difíciles sacan lo mejor o lo peor de cada uno. Es así como en esta situación de angustia mundial vemos como algunas personas desalojan a sus inquilinos por no poder pagar, sabiendo que no tienen ni para comer, exponiéndolos a la muerte, y transformándolos en vehículos para esparcir el Virus.
Sin embargo no todos actúan de la misma manera; existe gente de buen corazón que sigue brindando alojo a aquellos que ya no representan una ganancia, y más aún velan por ellos compartiendo con generosidad el sustento diario.
No dejemos que los pesares de la vida ahoguen nuestro amor por el prójimo. El dinero va y viene, y solo Dios determina si prospera o no nuestro camino, procuremos entonces ser aceptos delante de Él.
En momentos de dificultad edifica con amor, construye sobre la roca y siembra la buena semilla, para que una vez que haya acabado todo, y tus obras sean pasadas por fuego, tu edificación permanezca y puedas salir irreprochable.
Darlis Gentile
Departamento de Redacción NotiCristo
Referencias Bíblicas:
1. 1 Samuel 2:7
2.- Proverbios 22:16
3.- Proverbios 23:5
4.- 1 corintios 3:13
