Hay momentos que son determinantes en nuestras vidas. Impactos de tiempo que alteran tu existencia, dándole un giro de 180 grados. Son momentos en los que las condiciones cambian, sin darte siquiera la oportunidad de prepararte.
En un instante vas por la vida caminando confiado, ideando sueños grandes y ambiciosos, porque la vida te ha sido favorable, pero de pronto te alcanza el impacto: chocas con un momento determinante, y tu vida se voltea patas arriba, y todo cambia.
Puede ser que hayas chocado con uno de estos momentos determinantes el día que perdiste un ser querido, o el día que te notificaron: “Ya no hay más trabajo”. Quizá fuiste impactado por la vida el día que luego de una consulta médica saliste con un diagnóstico negativo, que te obligó a hacer cambios importantes en tu estilo de vida. Algunos chocaron de frente con ese “momento de trastorno”, el día que tuvieron un accidente, o cuando recibieron la demanda inesperada de divorcio, o la carta de desalojo por vencimiento del contrato, o por ejecución de una hipoteca. El asunto es que de pronto te encontraste metido hasta el fondo en la cisterna del desierto, como José.
“Arrójenlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongan la mano encima- Dijo Rubén, porque su intención era rescatar a José. Pero sus hermanos le arrancaron la túnica especial, y lo echaron en una cisterna que estaba vacía y seca.”
(Génesis 37:22-24)
Nadie le avisó a José que ese día, su vida sería trastocada. Pasó de ser el hijo predilecto, de túnica destacada, a ser el esclavo desnudo que se marcharía en una carreta, después de pasar por la cisterna del desierto. Toda una vida de sueños, yacía tirada allí, en la incomodidad de ese lugar indeseable. Pensamientos de derrota, conjugados con sentimientos de impotencia, le abrazaban hasta asfixiarlo. Pensaba que moriría, de hecho ese era el plan de sus hermanos, que se habían convertido en los verdugos de sus esperanzas. Pero Dios tenía otro plan y comenzaba justamente allí, en el fondo de esa cisterna, en la mitad del desierto.
Fueron necesarios trece largos años, para que José viera culminado su proceso del desierto. Lo que comenzó en aquella cisterna de Dotán, concluyó el día que se reencontró con sus hermanos en Egipto, siendo ya el gobernador de la región. Ese día José reconoció delante de ellos, que la cisterna había sido necesaria, porque había sido en ese lugar donde Dios había comenzado con él su proceso. “Fue Dios quien me metió allí, para traerme a Egipto, no ustedes. Y también Él me ha puesto como asesor del faraón, administrador de su casa, y gobernador de Egipto".
Puede ser que ahora no puedas ver el cuadro completo, pero quiero que sepas esto:
La cisterna de tu desierto sólo es el primer paso para Dios llevarte al propósito de tu vida.
Un día mirarás hacia atrás, y dirás: Fue necesario. Sin cisterna, José solo se hubiera quedado con una túnica de colores, sin cumplir el sueño de Dios para él. Sea lo que sea que te haya sido despojado en tu cisterna del desierto, no se compara con lo que está por delante de parte de Dios para ti.
A donde vayas de aquí en adelante, vas a ver el favor de Dios operando en tu vida, y reconocerás que la gracia, no depende de algo que te puedan quitar, sino de una marca que Dios ha puesto sobre ti, que aún desnudo no deja de cubrirte, y que aún esclavo o prisionero, desatará en ti el gozo de la libertad.
Agradece a Dios conmigo:
Señor gracias por el desierto, y por la cisterna que está cambiando para siempre mi vida. Hoy confieso que estoy en el inicio de una nueva temporada para mí, y aunque este momento sea gris y árido, y no pueda entender el camino completo, yo sé que llegará el tiempo en que reconozca que todo esto era necesario. Confieso con fe que tu gracia es suficiente para mí. Aunque me quiten la túnica, como a José, no podrán quitarme tu favor. Tu gracia me rodea, y tu favor me envuelve.
En Cristo Jesús. Amén.
David Parra
Pastor de CeCERDI
Departamento de Redacción NotiCristo