No cabe duda que el mundo está viviendo tiempos críticos y difíciles de manejar así como profetizó Jesús que serían los tiempos antes del fin y estos tiempos críticos incluyen entre otras cosas, guerras, rumores de guerras, persecuciones, hambres, pestes y desastres naturales como nunca antes lo había vivido la humanidad. Prueba de ello es esta pandemia que nos azota desde hace meses y que amenaza, según los expertos, con quedarse por una larga temporada. Ante esta nueva realidad muchos creyentes no saben cómo responder, ni cómo comportarse de acuerdo a los preceptos de su fe y se enfrentan ante una disyuntiva entre lo que significa actuar desde la prudencia o dejarse controlar por el temor.
El problema es que entre estas dos opciones existe una línea muy fina que los separa y que dificulta saber de cuál lado de esa línea nos encontramos. Es muy relevante entonces, tener total claridad del significado de estas dos palabras: La prudencia te brinda la capacidad de pensar y actuar de manera adecuada y con moderación ante una situación; en cambio el temor es un sentimiento de inquietud y angustia que te impulsa a huir o evitar aquello que se considera arriesgado o peligroso.
Ahora bien, a todos los creyentes se nos ha dado la gran comisión de ir a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra y también la ordenanza de no dejar de congregarnos, pero por causa de la pandemia, estamos aparentemente imposibilitados de cumplir con esas dos órdenes, por lo menos desde las formas acostumbradas. La pandemia nos aisló en nuestras casas, y ahora no sabemos si salir, para obedecer, o si encerrarnos, por miedo al contagio. La pregunta natural que surge entonces en nuestros corazones es: ¿Cómo desea el Señor que actuemos en medio de esta situación? ¿Elegiremos ser prudentes, o nos dejaremos dominar por el temor?
La palabra de Dios nos brinda la respuesta a estas interrogantes. En el libro de los Hechos, se nos revela cómo luego de la muerte de Esteban, se desató una persecución feroz hacia los creyentes de Jesús, razón por la cual se dispersaron y se vieron forzados a esconderse en las casas, ante el peligro de perder la vida o ser encarcelados. Los cristianos se vieron sometidos a una “cuarentena” forzosa. Y aunque esto pareció negativo a primera vista resultó ser de mucha bendición para ellos. Hay un refrán que dice: “No hay mal que por bien no venga”. El mal de la persecución trajo el bien de la expansión de las buenas nuevas de Dios a más personas.
Aunque el encierro al cual estamos siendo sometidos en este tiempo, no sea por causa de nuestra fe, podemos establecer un paralelismo con lo vivido por la iglesia del principio, para de ese modo, actuar en consecuencia. Si observamos con detenimiento, ellos eligieron ser prudentes evaluando los riesgos y las consecuencias, y además, fueron valientes, porque no cesaron en su labor, sino que se adecuaron a esta nueva realidad, modificando las maneras de cumplir la misión, para no recibir daños innecesarios. Como no se podían reunir en el templo, lo hacían en las casas; y así, con mayor fervor, y reunidos en grupos más pequeños, los discípulos repitieron una y otra vez la hazaña del principio, de perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42)
Quiere decir que ellos fueron capaces de encontrar el equilibrio: eligieron actuar desde la prudencia sin dejarse dominar por el temor. No de detuvieron, solo se reacomodaron para surgir con mayor fuerza, y cumplir así con el propósito de ser testigos de Jesucristo a su propia generación. Debe ser igual entre nosotros: en este tiempo de pandemia que nos ha tocado vivir, tratemos de encontrar el equilibrio. No nos detengamos. Solo reacomodemos nuestras estructuras, para surgir con mayor fuerza cumpliendo también con nuestra asignación. Actuemos desde la prudencia y con la sabiduría que nos ha dado el Señor y bajo ninguna circunstancia le demos cabida al temor. Luego de esta temporada de prueba, saldremos más fortalecidos como Iglesia, Dios renovará nuestras formas y maneras de hacer la obra, y veremos la Gloria de Dios actuar en nuestras vidas.
Héctor José Colombo
Departamento de Redacción NotiCristo