Hoy elevo mis letras al cielo
Bendice Señor al hombre verdadero
Ese que enaltece tu nombre
Y asume con orgullo y honor
El inmenso título de Padre.
Aquel que amó la disciplina
Y guardó el compromiso
De levantar a sus hijos
Con el sudor de su frente.
No olvido el pan que cada día
Mandaste envuelto en sus manos,
Como una pieza de dulce sacrificio
Decorada con su amplia sonrisa.
Coloca tu mano Dios sobre su hombro,
Quítale la pesada carga del cansancio
Para que siga trayendo besos y abrazos
Mientras nos cuenta historias en su regazo.
Vístelo, porque no estrena desde hace tiempo
Para que sus hijos anden de punta en blanco;
Suaviza esas manos con que aplaudió mis triunfos
Desde la guardería hasta que le di el birrete.
Hoy quiero que te acuerdes de él
Porque me acompañó en llanto y risa
Porque me dio su mano que era tu mano
Y anduvo conmigo en tus caminos.
Conviérteme ahora Dios, en su bastón;
Y en letras de oro, sobre su frente
Grábale mi agradecimiento
Porque ha sido una aventura gloriosísima
Encarnar la descendencia de tan noble papá.
Anahis Alvarado.
Departamento de Redacción NotiCristo