Soy un sobreviviente de la deuda, y he sido liberado de ellas, a través del conocimiento de la verdad, y esta razón me mueve a querer socorrer a muchos que hoy permanecen bajo la opresión de este cruel amo. Una de las peores cosas de este asunto, es que mucha gente esclava de las deudas, no se considera así. Por eso lo primero que quiero hacer, es mostrarte algunas “verdades” que la cultura nos ha enseñado, y que hemos creído, y aceptado, como cosas normales, pero que han hecho que caigamos presos por nuestro propio pie, en las trampas de este desalmado dueño.
Como venezolanos tenemos por cultura el endeudarnos, incluso tenemos dichos de “sabiduría” popular para definir nuestra cultura de endeudamiento: “Fiao hasta Pekín”, “Fiao es crédito sin aval o respaldo financiero”, entre algunos otros. Los venezolanos cristianos hemos justificado esa cultura, utilizando mal la palabra de Dios, diciendo “Dios proveerá”, demostrando una fe ambigua, al saber que no tenemos con qué pagar lo que estamos comprando; y lo peor es que muchas veces nos endeudamos, adquiriendo algo superfluo, un bien que no es de primera necesidad.
Esta manera de pensar ha motivado una actitud consumista llevada al extremo, aunada a una especie de súper fe; que declara, establece y decreta conseguir cuanto bien se atraviese y nos guste, adquiriendo con ellos, compromisos financieros que superan exponencialmente nuestra capacidad de pago. El problema empieza cuando llega el momento de honrar los compromisos. Ahí es donde se presentan los más temidos problemas, debido a que el amigo que gustosamente nos facilitó el producto, ya no desea la devolución de unos bienes deteriorados por el uso, sino el dinero pactado. Ahí comienza el acoso psicológico de la cobranza por parte del acreedor, y no hay amistad que valga, porque se acaba justo cuando empieza el conflicto por el dinero, incluso las relaciones de familia pueden llegar a verse afectadas, porque se enturbian cuando hay dinero en deuda de por medio.
En medio de esa presión la persona descubre una realidad lógica, pero ignorada: con sus ingresos no podrá honrar los compromisos adquiridos. En ese punto, entra en un estado de terror y comienza a cometer errores aún mayores. Por lo general, para “solucionar” el problema, el endeudado adquiere más dinero prestado, esta vez con intereses más altos, para poder ir abonando a las deudas previas, pero esto lo que produce es un efecto contrario, porque los intereses que se añaden a la deuda crecen en una proporción mucho mayor a los ingresos, haciéndola cada día más grande y monstruosa, dejando al deudor, metido en la cueva de la vergüenza, la depresión y el miedo.
En la parábola de los dos deudores 1, Jesús refleja la deuda como una condición de esclavitud: quien debe es preso del acreedor. De esta manera, Satanás mete en sus redes de opresión, engaño y esclavitud a mucha gente, Las deudas se convierten en un instrumento con el que el diablo aterroriza a muchas personas. Por eso, es necesario orientar, guiar, y auxiliar a quienes se encuentran bajo el yugo de la deuda, para ayudarles a salir de esas cadenas de opresión.
Para salir de las deudas, necesitamos entender lo que Dios le dijo a Elías cuando estaba huyendo de sus perseguidores: “Sal de la cueva” 2, para salir de esa situación, Elías debió cambiar primero su estado emocional, soltar la depresión y el miedo paralizante, para comenzar a escuchar la voz de Dios. Elías entendió que lo que le mantenía encerrado en la cueva de la vergüenza, era esa actitud depresiva, que le hacía sentirse un fracasado, y que le aprisionaba en el terror y el pánico de solo pensar hacer frente a sus perseguidores.
Pero Elías se levantó, y lo mismo debe usted hacer. Es necesario empezar por reconocer el error delante de Dios y arrepentirse. Una vez hecho esto, debe revisar, actualizar y contabilizar su real estado financiero, haciendo un balance de los bienes, las deudas y el capital. Posterior a eso el próximo paso es buscar asesoría de una persona que sepa de contabilidad para sincerar la deuda, haciendo una lista exhaustiva de sus acreedores y el monto que les adeuda. Una cosa muy necesaria, será buscar el acuerdo con sus seres queridos más cercanos, y con sus líderes y pastores, para que le acompañen en oración y ayuno, pidiendo a Dios sabiduría, y puertas de salida, para poder honrar las deudas.
Una vez cuantificadas las deudas tocará abordar a los acreedores, darles la cara, negociar un plan de pagos, y demostrar que hay la total intención de pagar, dejando claro también que no está en capacidad de seguir los términos iniciales de la deuda, por lo cual será necesario replantear la deuda y detener los intereses. Lo importante es entender que sí se puede, doy testimonio de eso, soy un sobreviviente y estos fueron algunos de los pasos más importantes que me ayudaron a mí, a salir de la cueva. Estoy seguro que pueden funcionar para ti también.
1 Mateo 18:23-35 2 1 Reyes 19:10-14
Pr. Edward Morles
Ministerio de Avivamiento Simiente de Victoria
Turen - Estado Portuguesa