“E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.” Gn 1:16
En mi grupo escolar, éramos un revoltoso grupo de chicos desadaptados, que nos ufanábamos de hacer huir a los profesores, hasta que trajeron a Elsa María, una maestra suplente. Era un mujer adulta, de más de 50 años, elegante y educada, con una voz suave pero firme. Conocer su historia ganó nuestra admiración. Era extranjera, graduada en Ucrania y había trabajado en las embajadas de su país en Japón, EEUU y Canadá. Hasta que formó familia con un ingeniero supervisor de las empresas básicas de Guayana. Amaba nuestro país, y tenía una manera particular de enseñar que hacía volar nuestra imaginación.
Cada día sus historias de viajes alrededor del mundo, me llenaban la cabeza de sueños y el corazón de ilusiones. Me alentó a escribir y me enseñó a amar los libros, valorándolos como puertas de acceso a mundos fascinantes. Fue una gran lumbrera en mi vida, cuya luz aún permanece. Hace poco la vi, era una anciana hermosa. Al reconocer mi rostro, me dijo emocionada: “¡El mundo aún espera por los libros que vas a escribir!”. Es una inspiradora formidable.
Para que este mundo en caos vea el orden divino, Dios coloca personas en medio nuestro, que sean lumbreras que iluminen los días de luz, y también las noches de oscuridad. Mi maestra de sexto grado fue una de esas luminarias para mí. Me inspiró a ser mejor persona, alentó mis sueños, y me enamoró de la vida contada desde su visión.
Aplicación:
Toma tiempo hoy para reconocer a una persona que haya traído luz a tus días, y hónrala con un breve mensaje de agradecimiento. Así alumbrarás corazones que necesitan calor en medio de esta fría hora de tinieblas que atraviesa el mundo.
David Parra
“Trayendo orden al caos”
Departamento de Redacción NotiCristo