Si nadie lo quiere decir, yo lo haré: Estamos en Jaque. La Pandemia ha servido como excusa para violentar los derechos constitucionales en todos los países del mundo. Hemos retrocedido en materia laboral, sindical, gremial, en educación, cultura, religión y toda forma de asamblea.
Nadie quiere creer en un plan conspirativo para crear un nuevo orden mundial; porque en el imaginario de los pueblos, las decisiones del planeta se toman en una mesa gigante, llena de políticos, magnates y gente poderosa.
Ese es el engaño que le han inoculado en la mente.
El poder no tiene cabezas; es una masa multiforme, líquida y cambiante que usa cualquier estrategia para controlar la sociedad. El poder no tiene religión, ni leyes, ni parámetros éticos o morales.
Todo se basa en lo que sirve o no sirve para perpetuarse. No importa si el poder necesita amputarse, transmutarse o cambiar de cabeza. La continuidad del poder es una religión en sí misma, por eso es una epifanía que hayan escogido a un Virus como la excusa perfecta para revertir los avances que conquistaron los pueblos en materia de derechos humanos; porque los virus son organismos co-dependientes, viven del individuo que los aloja, cambian su constitución química y molecular para engañarlo y parasitar en su sistema… Y si ese sistema no se defiende, o lo hace de manera incipiente, los virus crecen hasta adueñarse del organismo y causarle la muerte.
Porque el poder de este mundo es como un virus; no está diseñado para mantener la vida, sino para alimentarse de ella.
Así usted verá que en los altares de una hipotética salud general, se toman medidas coercitivas que desarticulan la organización de la gente, pues si hay algo que el poder teme es la unión de los individuos, y con sobrada razón, porque una vez que se establece una lucha común, basada en ideales genuinos, como la libertad de pensamiento, de credo y libertad de asociación; estas formas de organización son muy difíciles de controlar.
En nuestro caso, la Iglesia Cristiana entró en la mira de sus francotiradores, porque detrás del telón, escondido en la hipocresía de un discurso laico, muchos Estados son antagónicos a los valores milenarios del Cristianismo, por tratarse de una religion que defiende a un Dios único y eterno, creador de leyes morales inconmovibles, autor de los preceptos que sirvieron para alcanzar esas victorias que los pueblos ganaron con sangre y lágrimas (otra epifanía, esta vez de la cruz), y quizá la fuerza pacífica más peligrosa de todas: Aquella que busca el bien común, la justicia basada en el amor, y el respeto a un Padre universal que a todos nos hace hermanos, unidos por la misma sangre: La de Cristo.
El otro extremo, en cambio, es el des-orden y el caos controlado que opera en las corrientes filosóficas que dan supremacía a los hombres frente a su dios. Para nadie es un secreto que la base del discurso marxista es que “Dios es el opio de los pueblos”; una droga que se le da a la gente para mantenerla dormida y subordinada a los poderes constituidos, o imperios que ellos quieren derrocar.
Y para derrocar a su enemigo han descubierto que no basta con librar embestidas bélicas, políticas o económicas –cosa que ayuda mucho-, sino que también hace falta debilitar a esos poderes desde las bases que los sostienen, infiltrando –como un virus- las defensas que los mantienen saludables. ¿Y éstas cuáles son?:
La Fe
La Familia
Y el Estado de Derecho
Pero ese movimiento mundial ha dado al traste cada vez que lo ha intentado, pues en casi todas las leyes occidentales se puede encontrar una marcada influencia de los principios del Gran Libro. De forma que han cambiado la estrategia y en lugar de librar un ataque frontal lo están haciendo por los flancos, manipulando minorías que han sido abusadas para que les ayuden a librar la batalla, e imponiendo, por medio de sutilísimos medios como el entretenimiento, la educación infantil y la lucha social, una matriz de opinión en donde el hombre es una especie de dios en sí mismo, y puede desdoblar sus leyes cuando éstas no sirvan a los intereses supremos del desarrollo y la modernidad.
Mírelo desde esta perspectiva: Se permite la reunión de personas, respetando un metro y medio de distancia, en el metro, en el autobús, la farmacia, el abasto… incluso se ven grandes grupos sentados alrededor de las alocuciones del primer mandatario... Pero no está permitido en los templos.
Y es bien sabido que no se respeta en ninguna parte ese distanciamiento, que La OMS, presionada por la comunidad científica, ha reconocido -hace tiempo ya- que el virus puede viajar en el aire, que los picos de la enfermedad siguen creciendo a pesar de las restricciones de culto, y que particularmente, aquí en Venezuela, los estados de “Alarma”, según la constitución, no facultan al Estado para omitir derechos constitucionales, solo cuando se “Suspenden las Garantías Constitucionales” se pueden obviar nuestros derechos consagrados en la Carta Magna.
Nuestro Estado abusa de su poder y utiliza la pandemia para despojar a los grupos religiosos de sus derechos fundamentales como la libertad de religión, expresión y asamblea. Con esto está amputando intencionalmente el cuerpo de Cristo.
Entonces surge la duda:
Las elecciones sí se pueden realizar, llueva, truene o relampaguee, –otra epifanía, ahora de las atribuciones de Dios- Pero congregarme para adorar a mi Dios, así sea respetando las medidas de seguridad, ¿eso está prohibido, y amenazado con multas y prisión?
El doble fraseo de ese discurso salta a la vista. Se han aprovechado del carácter flemático de los cristianos, de su humildad, respeto por el prójimo y su vida pacífica, para desarmar lo que nos ha tomado miles de años en construir:
Una sólida Institución Espiritual… El hospital del alma. Porque para quienes creemos en algo más allá de la vida, cuidar la salud del alma es tan importante como la salud del cuerpo.
La expresión de nuestra Fe, amerita las reuniones culticas. Los registros de ella lo dicen claramente:
“Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios.” 1,
“Te confesaré en grande congregación; te alabaré entre numeroso pueblo” 2.
“Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos” 3.
Y pudiera seguir citando las escrituras durante muchos días… Pero no estamos tratando de ser rebeldes o irreflexivos, sino que nos mantendremos firmes para proteger a nuestra iglesia contra las restricciones infundadas e inconstitucionales a la cual está siendo sometida.
Cada brasa es necesaria para mantener encendida la hoguera, nuestra comunión está en la “Congregación”. La internet puede ser una herramienta útil, pero insuficiente para la vida cristiana, y ni qué decir del estado operacional de las comunicaciones en Venezuela…
Si permitimos que nos desarticulen durante mucho tiempo, esa desmovilización terminará por hacer que nuestra familia de hermanos se acostumbre a la vida sin la comunión de los santos.
Ya seas Cristiano Evangélico, Católico, Testigo de Jehová, Adventista, Bautista, o de cualquier denominación religiosa… Hazte una pregunta:
¿Cuántas protestas por despidos masivos hay hoy en el mundo…? ¿Ya ves para qué sirve la pandemia?
Si nadie lo va a decir, yo lo digo.
“El celo de tu casa me consume” 4.
Leyenda:
1. Lucas 24:53 2.Salmos 35:18 3.Salmos 149 4.Juan 2:17
Marco Gentile
Presidente de la Fundación NotiCristo
(Solo Para entendidos: Jeremías 30:20)
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