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Lic. Rigoberto Venegas M.

Embarazo adolescente: una nueva perspectiva


Conocí a María una mañana que fui a visitar a un amigo mío. Era una niña de apenas 12 años, de facciones muy finas. Su cabello era castaño claro, muy liso y le llegaba hasta la cintura. Tenía la piel trigueña y sus ojos eran como la miel. Todavía jugaba con muñecas y, cuando creía que nadie la observaba, hablaba sola, jugando con sus "amigos imaginarios". Pero este juego no duraba mucho tiempo, pues tenía que terminar de limpiar la casa; hacer el almuerzo y lavar la ropa de dos adultos y dos niños pequeños. Es que María no era parte de la familia. Mis amigos la rescataron de la calle y la llevaron a su casa para trabajar como doméstica. Sus padres la echaron de su hogar porque estaba embarazada y ya no la soportaban más. Tenía siete meses de embarazo y todavía no había ido ni siquiera a su primer control prenatal.


La triste historia de María no es un caso aislado. Venezuela es el país suramericano con mayor índice de embarazo adolescente, según cifras divulgadas en 2018 por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y que ha aumentado en un 65% desde 2015, según reportó Michelle Bachelet (Alta comisionada para los Derechos Humanos de ONU).


¿Qué sucede con este tipo de embarazos? Las razones que dan los expertos en la materia son multifactoriales: está involucrado el tema de la educación desde el hogar y la escuela, y la gran cantidad de desinformación sobre la educación sexual por el hecho de la dificultad en los padres y familiares para discutir formalmente sobre el tema. Sin embargo, sería un error descartar la profunda carencia de un sistema de valores éticos y morales que fundamenten la manera de ver y afrontar la vida incluyendo, obviamente, la sexualidad.


¿Cómo deberían manejar los padres cristianos el embarazo de una adolescente? Parece que para los cristianos una de las cosas más difíciles de recordar es que no es pecado estar embarazada, aún si es fuera del matrimonio. Y no es pecado nacer de padres no casados. Es pecado tener relaciones sexuales fuera de la relación matrimonial y es así tanto para el hombre como para la mujer.


Por muy decepcionante y abrumador que sea descubrir que una hija adolescente está embarazada o que tu hijo adolescente embarazó a una adolescente, es crucial mantener una perspectiva bíblica de amor en la expresión del perdón, hacia los hijos. En una situación así, la condenación y la culpa, son los últimos recursos que deben dejarse instalar, pues podrían hacer muchísimo daño a la adolescente en embarazo y por ende a la salud del bebé. Es hora de aceptar y expresar a la madre adolescente, que, aunque ese bebé haya sido concebido de manera inoportuna, es una criatura de Dios, hermoso ante Sus ojos y a quien Él ama. Además, los adolescentes progenitores, también son hijos de Dios, que recibieron Su perdón y que no deben vivir condenados por su error. Los padres tienen frente a esta situación, la oportunidad de otorgar el perdón a sus hijos, tal como Dios les ha perdonado a ellos en sus propios pecados.


El paso siguiente sería establecer un contexto afectivo saludable. Algunos padres temen que dar a su hija el amor y apoyo en esa etapa, animará el comportamiento que condujo al embarazo. Pero, una vez más, estar embarazada y dar a luz a un niño no son pecados, y hay muchos otros beneficios de apoyar en forma activa y pública a una adolescente embarazada. Promueve un ambiente en el cual el niño es valorado como una bendición. Alienta al progenitor a asumir la responsabilidad sin temor. Y hace que el aborto sea una opción menos deseable. Si una familia abandona a su hija adolescente embarazada, incluso emocionalmente, ella estará mucho más propensa a tomar decisiones perjudiciales. Puede creer que casarse con el padre del bebé es la única opción. Ella puede no saber cómo cuidar de su salud y la del bebé. Otras adolescentes embarazadas pueden ver la relación volátil y mantener en secreto su propia condición.


Por el contrario, desde un vínculo afectivo seguro y estable que descansa en la aceptación y orientación amorosa de sus padres, la chica será capaz de tomar decisiones mucho más sabias sobre el futuro de ella y su bebé y en el caso del progenitor, a elegir sus respuestas ante las presiones y necesidades de la vida, con mayor responsabilidad. De otra forma, traería confusión, disonancia y desasosiego, todas estas, características perjudiciales para enfrentar con cordura un desafío de la magnitud expresada. Los padres sabios ayudarán a su hija a evaluar las opciones de quedarse con el niño o la adopción. También puede ser beneficioso involucrar al futuro padre y a su familia; él necesita asumir tanta responsabilidad como la madre. Después de mucha oración, los padres deben ser transparentes sobre el nivel de apoyo que pueden dar en la crianza del niño.


Enfrentar un embarazo precoz no es lo que una familia espera o desea, sin embargo, en caso de tener que vivirlo, la Escritura nos ha demostrado que ningún error es tan grande que deba convertirse en una marca negativa definitoria de tu porvenir y el de tu familia, por el contrario, nos muestra a personajes y familias que cometieron errores, pecaron, y través del perdón tuvieron un mundo de nuevas oportunidades. Dios asegura echar nuestros pecados a lo profundo del mar y no tomarlos en cuenta para la relación presente, además de transformar una historia de fracaso en nuevos capítulos, que expresen el amor, la restauración y el propósito de Dios cumplido en ti y en los tuyos.

Pastor Rigoberto Venegas M.

Iglesia Tierra de Gracia. Cabudare-Venezuela

Departamento de Redacción. NOTICRISTO Diseño Gráfico: Desiree Tarrío

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