La mayoría de las guerras tratan de ser justificadas por razones políticas, económicas, territoriales y religiosas. Pero en realidad todas responden al nivel de orgullo que tienen las personas en su corazón. A través de la historia, podemos identificar una carrera acelerada de ciertas naciones y gobiernos, por la supremacía, el poder, y el liderazgo mundial.
En el caso de la segunda guerra mundial, lo que desató la hecatombe fue precisamente el hecho de que algunos líderes de regímenes totalitarios, y dictatoriales, que representaban tiranías opresivas, quisieran dominar al mundo. Era una guerra entre los que querían dominar y los que de una u otra manera dominaban o tenían una influencia en el cuadro geopolítico mundial.
Inglaterra tenía el dominio comercial del mundo, era el banquero de las naciones, y tenía la flota mercante más importante y la más poderosa escuadra naval. Alemania quería entrar en el juego, por lo que emprendió una política expansionista que desafiaba a Inglaterra, invadiendo Polonia, en un plan agresor que amenazaba a toda Europa y al mundo entero.
El domingo 3 de septiembre cuando se vencía el plazo dado a Alemania para que retirara sus tropas de Polonia. Inglaterra y Francia entran en guerra contra Alemania, creando una gran alianza contra el Führer germánico. En medio de la guerra, Francia cae, e Inglaterra queda sola en la lucha para detener el avance del autoritarismo nazi.
Esperando el apoyo del nuevo mundo, Winston Churchill, Primer Ministro de Inglaterra toma la decisión de destruir la escuadra francesa, en manos de los alemanes, en un esfuerzo por levantar la moral británica ante el mundo. Esto desató un feroz ataque alemán, fueron diez días atroces, por aire, por tierra, y por mar, pero Inglaterra resistió y el ejército alemán tuvo qué retirarse para tomar aliento. Después del apoyo de EEUU, y de una alianza con Rusia, siguieron muchas batallas, traiciones y desalientos, hasta que los aliados obtuvieron por fin la victoria.
Cada nación podía esgrimir razones étnicas, religiosas, políticas, y territoriales muy complejas, para entrar en la guerra, y cada una hacía alianza en función de sus intereses y del peso que la guerra pudiera tener sobre ellas. Gran Bretaña y EEUU, eran naciones cristianas que luchaban juntas contra el nuevo orden que quería imponer Hitler a través del fascismo. Las naciones árabes se unieron a Alemania porque había una política de exterminio contra los judíos, cosa que les interesaba y convenía, y naciones europeas como Italia y España también se unieron a Hitler, porque el tipo de gobierno que tenían, regímenes totalitarios y dictatoriales, les hacía afines al fascismo alemán.
Pero a través de la palabra sagrada, podemos obtener una interpretación más acertada de la historia. La biblia dice: “Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido.“ (Salmos 2:2). Creo que Hitler fue un instrumento del diablo en su intento de crear un nuevo orden mundial. Pero esta intención no podía establecerse, a menos que el cristianismo, que dominaba el mundo occidental, cayera.
Ahora, para debilitar las bases del cristianismo, había que destruir a la nación que trajo conocimiento del Dios verdadero al mundo: Israel, para erosionar la fe en Dios, borrando con los judíos, la evidencia de las promesas bíblicas. Así que más allá de todo, está guerra tenía profundas causas espirituales, el objetivo implícito era ir contra Dios y su ungido.
Entiéndase como ungido, a Jesús, el hijo de Dios, pero también a todo el sistema de fe judeocristiano, basado en la creencia y predicación de un solo Dios, El Padre, y un solo Rey, Jesucristo, el hijo de Dios.
Solo esta óptica puede explicar tanta crueldad y falta de remordimiento de los agresores. Sólo así se puede entender que los alemanes se consideraran una raza superior, no solo por encima de la judía, sino también del resto de las naciones. La óptica espiritual, nos permite entender el porqué del trato opresor, esclavizante y humillante, que le daban a las personas que consideraban sus enemigas, y que buscaba golpear la dignidad de la gente y de las naciones.
Los judíos, eran considerados por los nazis, como “no humanos”, y les llamaban "cerdos judíos", considerándolos dignos de ser llevados a los campos de concentración para trabajar como animales, y a las cámaras de gases para ser aniquilados. Otros eran ahorcados públicamente y asesinados de cualquier manera. El objetivo era borrar de la tierra todo vestigio de esta nación. Pero Dios acompañó al ejército aliado, y por eso esta guerra representó la derrota para el fascismo de Hitler.
Y esto, deja también una marcada evidencia de la forma en que Dios actuará contra los que se levantan hoy contra sus preceptos. El texto dice: “Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.” (Salmos 2:9). Este versículo es una promesa de Dios a favor de su pueblo, y una advertencia para sus enemigos.
En el peor fragor de la segunda guerra mundial, cuando las batallas eran cruentas, y desfavorables desde el punto de vista climático y hasta bélico, para los aliados, Winston Churchill, el Primer Ministro de Gran Bretaña, llamaba constantemente al pueblo y a la iglesia a hacer uso de la oración. Había un ejército de hombres y mujeres, que en horarios específicos, levantaban su voz en intercesión, por los aliados. Muchas de esas batallas fueron ganadas por la intervención Divina. Fueron victorias ganadas de rodillas, en medio del estruendo de una intensa batalla espiritual.
No podemos asegurar que cesen las guerras. Porque aún las pasiones combaten en nuestros miembros, y la codicia y la envidia, son parte de nosotros y de los gobernantes del mundo. Pero lo que sí podemos afirmar fehacientemente, es que desde la oración e intercesión, siempre tendremos un impacto en la lucha y en el combate. ¡No dejemos de orar por los propósitos de Dios para el mundo, y contra toda agenda que vaya contra el Señor, y contra su Ungido!
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:1-3 RV60)
Pastor Nelson Velázquez
Iglesia Vida y Generaciones
Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.
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