Durante sus tres primeros siglos el cristianismo tuvo que enfrentar la corriente ideológica más peligrosa para el evangelio en esa época: el gnosticismo. Apóstoles como Juan, debieron presentar una defensa sistemática de nuestra base de creencias, desarrollada a través de los Evangelios sinópticos, acerca de la vida de Jesús, y mediante algunas epístolas que demostraban claramente los fundamentos de nuestra fe.
De igual manera el cristianismo del siglo veintiuno está enfrentando un nuevo reto: defender la fe delante de grupos que pretenden imponer una nueva ideología dentro de la sociedad en general y también dentro de la Iglesia con la llamada ideología de género, desarrollando todo un nuevo lenguaje denominado "inclusivo".
Estos grupos, tratando de desplazar la base moral de nuestra sociedad, han presentado una "teología inclusiva” (o reformada), que pretende deconstruir todo el conocimiento de Dios (teología), por medio del cual Él se ha venido revelando a lo largo de dos mil años y que ha sido demostrada y ratificada por el estudio e investigación de las sagradas escrituras, hecho por diversos eruditos a través de los siglos, para establecer una especie de “tabula rasa”, comenzando otra vez desde cero, a construir una “teología” que se adecúe a su estilo de vida.
La teología inclusiva no es otra cosa que un apéndice de la ideología de género tratando de hallar un espacio de aceptación en el seno de la iglesia.
Los movimientos de izquierda se dieron cuenta hace algunas décadas que la lucha de clases sobre la cual estaba fundamentada su doctrina, ya no les funcionaba. Los obreros en vez de querer librar una batalla contra la supuesta opresión de sus empleadores, estaban más preocupados por cambiar de celular, o de carro, o de mejorar sus viviendas. Este viraje, hizo que surgiera una nueva estrategia en la misma vieja izquierda.
El plan de acción ya no involucraba la lucha del proletariado contra la oligarquía. Sus esfuerzos dejaron de estar dirigidos a la lucha de clases, y se enfocaron en la lucha de sexos, con lo cual le hicieron creer a la sociedad que ahora el enemigo de la mujer era el hombre y viceversa. Según su narrativa, el patriarcado era culpable que las mujeres no se pudieran realizar y que no fueran tratadas igual a los hombres. De esta manera se impulsaron a los movimientos feministas y del mismo modo, surgió todo esto que se conoce ahora como ideología de género.
Este movimiento “neo” izquierdista, se ha dado a la tarea de socavar los valores morales de la sociedad, desde diferentes frentes y se están apoyando ahora en los grupos LGBTI, y los movimientos feministas, haciendo que esta nueva ideología se vaya metiendo poco a poco en la política, en la cultura, y en las leyes, a través de lobbies dentro de los gobiernos nacionales y regionales de todo el mundo, presionando para que se legisle en favor de estas minorías, imponiendo a la sociedad en general, su particular estilo de vida.
La ideología inclusiva se está metiendo de lleno dentro de la Iglesia y esto representa un fuerte alerta, tanto para la teología existente, como para los pastores. Muchos de ellos no saben cómo enfrentar, ni mucho menos, repeler con argumentos bíblicos, a esta nueva realidad.
Todo esto hace menester que nos preparemos, buscando respuestas bíblicas idóneas con las que podamos responder a todos estos nuevos desafíos que se nos presentan y así poder desmarcarnos de las aseveraciones de estos grupos, deteniendo el avance de la promoción de argumentos que tratan de socavar y debilitar los fundamentos teológicos de nuestra fe, modificando intencionadamente y a conveniencia de sus postulados, las sagradas escrituras, tal como lo hicieron los movimientos gnósticos durante los tres primeros siglos.
Ahora nos presentan una nueva biblia, de teología inclusiva, donde se excluyen o reinterpretan versículos incómodos para estos movimientos, y se llega, incluso, a insinuar que Jesús y algunos apóstoles, como Juan, el amado, eran homosexuales, y donde se trata de hacer ver que el Rey David amaba a Jonatán como a una mujer, asegurando que los versos del antiguo testamento que desaprueban la homosexualidad, están sacados de contexto.
Evidentemente, esto representa un intento por establecer una nueva teología basada en una visión sesgada hacia estos movimientos, haciendo una reedición de la antigua teología de la liberación, mezclada con algo de ideología marxista. Como diría mi abuela: "Es el mismo musiú pero con diferente cachimbo".
Nuestro deber como Iglesia, como dijo el Apóstol Pedro, es estar preparados para presentar defensa con reverencia y mansedumbre, ante todo aquel que demande razón de la fe que hay en nosotros. (1 Pedro 3:15)
Héctor Colombo
Dpto. de Redacción de NotiCristo
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