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Sergio David Villegas

Influencia de la Música en la Adoración


“¿Por qué usamos instrumentos musicales cuando adoramos?”- Me preguntó uno de mis discípulos, un músico de la congregación, reflexionando acerca de nuestro quehacer musical. Ambos ministramos al Señor desde el grupo de adoración de nuestra iglesia local, y después de un arduo ensayo, en el que demandábamos perfección en las ejecuciones instrumentales y de voces, él pareció entrar en conflicto con tanta demanda.


Antes de responderle, reflexioné por un momento, y comenzaron a fluir otras interrogantes dentro de mí: “¿Hemos entendido por qué hacemos lo que hacemos? ¿Estamos encaminando correctamente a nuestra gente para adorar a Dios, en espíritu y verdad, o sólo les demandamos ser músicos perfectos? ¿Está nuestra música direccionada verdaderamente a rendir adoración a nuestro Dios? ¿Nuestra vida está reproduciendo una perfecta melodía de adoración al oído de nuestro Dios?”


Desde los inicios de la era humana, la música ha tenido un lugar preponderante en el ámbito de la Adoración. En las diferentes civilizaciones a la música se le ha asociado con la "cultura" de los pueblos. Cultura tiene que ver con aquello a lo que se rinde culto (expresado en el griego como "latreuo" que implica rendir culto o servicio de adoración).


La primera vez que se menciona en la Biblia, una expresión musical, es en referencia a Jubal, un descendiente de Caín, quien es reconocido como el primer hombre en tocar instrumentos de cuerda y de viento1. Jubal es reconocido como el padre de los músicos, pero es Set, el sustituto de Abel, con quien se identifica una generación de adoradores. En el tiempo en que Set tuvo un hijo, al que llamó Enos, la gente por primera vez comenzó a adorar al Señor usando su nombre.


Es llamativo el hecho que se haya comenzado a invocar el nombre de Dios luego de la aparición de la primera expresión musical, pero también se marca una diferencia entre ejecutar música y adorar: La adoración puede ser influenciada por la música. Pero no necesariamente toda la música es adoración al Señor.


Aun cuando los hombres empezaron a desarrollar las expresiones musicales a partir de Jubal, los instrumentos musicales ya existían antes de la creación del ser humano. En el momento de la creación angelical, cuando Dios crea al querubín protector que luego se rebeló, los primores de los instrumentos de viento y de percusión, ya habían sido preparados como ministerio para él2. Lo que nos afirma que la música fue siempre un diseño de Dios, planificada como un elemento de adoración, para su gozo y deleite. Pero siempre existirá el peligro de que el adorador quiera ser adorado.


El pueblo de Israel, la nación escogida por Dios, estuvo siempre marcada por la música en su forma de adorar. Desde el momento que cruzaron el mar rojo, comenzaron a rendir adoración, alabando cantando, y expresando su gratitud a Dios con música y danza. Y en el cancionero hebreo, Los Salmos, constantemente se nos invita a adorar con trompetas, con arpas, con liras, con panderos, con flautas y percusión3, como una muestra fehaciente de una vida musical enlazada fuertemente con la adoración a Dios.



Pero el momento cumbre para la adoración musical, se refleja en la revelación del Apocalipsis, dónde se nos da una pequeña muestra profética de lo que sucede en la dimensión celestial eterna: constantemente se rinde adoración al Rey infinito que está sentado en el trono, y se expresa en cánticos y manifestaciones sonoras de exaltación, donde se evidencia la importancia vital de la música dentro del culto de entrega y adoración al Señor.


Cuando los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postran delante del Cordero; todos tienen arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos4, uniendo la música a la santa invocación, y los siete ángeles que anuncian los eventos venideros, tienen trompetas y las tocan a intervalos, para anunciar los cambios en los tiempos y el inicio y final de estaciones y momentos5.


Pero toda esta adoración musical está increíblemente conectada a una vida y un carácter que alaba íntegramente. Cada adorador se convierte en un instrumento vivo que produce la más hermosa melodía al oído de nuestro Amado Rey Eterno. El verdadero instrumento no es el que reproduce el sonido musical, sino el que emite en armonía integrada entre espíritu, alma y cuerpo, una canción melodiosa alineada en obediencia, fe, y excelencia, al corazón del Padre, que le trae a Él, gozo, regocijo, y contentamiento.



1Génesis 4:21 2Ezequiel 28:13 3Salmos 150:3-6 4Apocalipsis 5:8 5Apocalipsis 8:6


Sergio David Villegas.

Pastor Asociado y Director del Departamento de Música

Iglesia Sion, Coro, Falcón.

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