La crisis en una familia se produce cuando se inserta un cambio inminente en la dinámica cotidiana, que altera profundamente el estado de cosas, y desestabiliza el equilibrio de su propio sistema. Ante esta alteración, las familias deben acoplarse, y reacomodarse. Este proceso de reestructuración, es lo que se define como crisis. Y de acuerdo al modo en que se maneje, puede ser superado o terminar en fractura.
Todas las familias atraviesan distintos cambios a lo largo de su camino. Cada vez que se inicia una nueva fase en el ciclo normal de la vida de una familia, aparecen elementos que son amenazas para su estructura. Cualquier cambio en el equilibrio familiar, es una amenaza a su armonía, y la hace proclive a su fractura.
Existen múltiples causas y crisis por las que una familia se puede fracturar o romper. Y esta ruptura, no solo puede ocurrir estructuralmente, o como organización, sino también en la parte emocional, en su equilibrio psicológico, en el sistema relacional entre sus miembros, e incluso en la parte espiritual como parte importante de su sistema.
Las crisis que fracturan a la familia, pueden ser normales, cuando forman parte del ciclo vital, por ejemplo, el matrimonio, o el nacimiento del primer hijo; o accidentales, que son las crisis inesperadas, que salen del patrón, como por ejemplo, el afrontar un accidente. Pueden deberse a problemas estructurales, que dependen de la constitución, adaptabilidad y cohesión del sistema familiar, dentro de lo cual entraría un abuso sexual, o un problema de adicción; o a situaciones de cuidado, cuando el sistema familiar se organiza alrededor de un problema, por ejemplo, una enfermedad familiar.
Una familia fracturada es aquella que se ha enfrentado a una crisis, llámese duelo, divorcio, enfermedad, incapacidad, pobreza, desarraigo, desempleo, consumo de sustancias entre otras, y el núcleo familiar no es capaz de mantener su cohesión, produciéndose brechas y resquebrajamientos por donde la familia termina rompiéndose.
La brecha se pone en evidencia a través de los maltratos, físicos y/o psicológicos, distanciamiento, abusos, separaciones definitivas y hasta la muerte. Y el tema se complica mucho más, cuando existen crisis no abordadas, no resueltas, y por ende, no controladas.
Una familia fracturada, no se comunica asertivamente, no comparte pequeños ni grandes momentos juntos, manejan inadecuadamente el duelo o la perdida de algo o de alguien, las emociones negativas prevalecen y lo peor es que la crisis o la causa que produjo la fractura, permanece, persiste y se acentúa más.
¿Cómo sobrevivir a una familia fracturada?
Para reparar la rotura debemos asumir la responsabilidad de cuidar a cada miembro de nuestra familia1. Es necesario entender que los cambios, problemas y crisis siempre estarán presentes, solo hay que conocerlos, aceptarlos y juntos, en unión familiar buscar adecuarnos lo mejor posible para superarnos, y en todo tiempo estar dispuestos a perdonar y olvidar, para seguir funcionando.
Hace algún tiempo atendí a una paciente en la consulta privada, y al realizarle el familiograma, y explicarle de qué se trataba y el objetivo que buscaba, me respondió prontamente: “Hablar de los problemas de mis generaciones anteriores, no es nada fácil; hay divorcios, concubinatos, consumo de alcohol, drogas, maltratos, abandono, silencios, pero sobre todo, distanciamiento. Para darle una muestra, yo misma, hace 20 años que estoy distanciada de toda mi familia materna y paterna, apenas mantengo cierta comunicación con algunos”. Ante mí tenía la historia de una familia fracturada por múltiples crisis, y con fatales consecuencias. Las principales: silencio y distanciamiento.
Una familia que supera una fractura, es aquella que completa un ciclo de 4 fases: entiende, acepta, perdona, y olvida.2 Otra paciente que visualizó su propio núcleo familiar en el familiograma, solo dijo: “Acabo de darme cuenta que Dios hace la diferencia”. Era un milagro que ella tuviera una familia completa, teniendo el antecedente de familia que tenía. Cristo había redimido su pasado, cuando ella entendió y aceptó, y había renovado su futuro, cuando ella tomó la decisión de perdonar y olvidar, para seguir adelante.
Para arreglar una fractura se necesita: capacidad, capacitación, técnica, tiempo, decisión, voluntad, perseverancia, mansedumbre, tolerancia y muchísimo amor para restaurar y darle solidez a lo ya dañado. Pero lo más importante es saber y creer que se debe y se puede reparar la rotura.
Si identificas en tu familia una fractura, y te preguntas qué debes hacer para empezar a reparar los daños, estas son las recomendaciones: En primer lugar, reconoce y acepta la crisis o el problema, luego, busca ayuda, de preferencia profesional. Posterior a eso, y siguiendo la guía del especialista, empieza con pequeñas acciones. Recuerda que eres luz, y que Dios en ti hace la diferencia, por tanto no tengas reparo en ser tú el primero en iniciar.
11Timoteo 5:8
21Corintios 1:10
Dra. Ilén Mata.
Médico Familiar- Epidemiólogo.
Departamento de Redacción NotiCristo.
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