Si usted, como odre, recibe el vino nuevo de Dios, sin primero renovarse, se va a terminar rompiendo. Pero eso no es lo que Dios quiere. Por eso Él va a echar vino nuevo en odres nuevos, para conservar lo uno y lo otro. Una iglesia que nació para impactar naciones, debe renovar su odre, adaptarse al cambio.
No se trata de conformarse, ni de mimetizarse con el mundo. Es adecuarse al vino nuevo. Y este nos conecta con la parte interna, el ser interior. Nos habla del carácter personal. Adaptarse al cambio es procurar la integridad. Aprender a vivir en Gozo, alegría, fidelidad, y paz.
Es ser genuino, real y transparente. Sin máscaras de hipocresía. Adecuarse al vino nuevo tiene que ver con cosas más de fondo: contenido, criterio, discernimiento. Habla de ser, más que de hacer. Te reta a no vivir de apariencias, y a no esconder el pecado, ni las debilidades. Se trata de asumir que no eres perfecto, y que no lo serás si sigues aparentando.
Es dejar de ser misterioso con los errores, aceptando los tuyos y los de los demás. No para justificarlos, sino para dar los pasos necesarios para rendirlos al pie de la cruz. Significa no quedarte en las palabras, ni en el mero conocimiento, sino de dar un paso más, de recorrer la milla extra.
Las cosas de Fondo hablan de: Transformación, renovación, y cambios internos. De estar armados para la batalla con mentes renovadas, con sensibilidad al Espíritu, y con aceptar y sujetarnos a las autoridades.
La Biblia dice: “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:23-27 RV60)
La renovación mental empieza por refrescar pensamientos, paradigmas, conceptos, ideas, e incluso estrategias. Cuando se renueva tu ser, también se renueva tu capacidad, potencia, autoridad, y liderazgo.
Debes anhelar la transformación, más que el reconocimiento. La sabiduría más que la honra. Y el compromiso más que el dinero. Porque eso muestra que hay un verdadero cambio operándose.
Es no temer a ser vulnerable. Es reconocer delante de todos que luchas con cosas de tu propia carne, con la pornografía, con la ira, con problemas de carácter. Que batallas contra la ansiedad, el temor y pensamientos de muerte.
Pero es también aceptar que los otros tienen sus propias luchas. Y no asombrarte, ni señalarlos cuando veas sus debilidades. Porque tu amor cubrirá la multitud de sus pecados.
Dios sueña con una iglesia que no se escandalice por el pecado. A veces la gente no confiesa sus luchas ni pide ayuda, porque se les juzga, se les señala, se les tilda de carnales o mundanos. Les da vergüenza ser la comidilla de la iglesia… temen convertirse en el chisme de la semana.
Esos son los cambios que deben procurarse. Entender que la iglesia no es un mausoleo de santos, sino un centro de rehabilitación para pecadores. Un hospital del alma. Un leproso rio donde estamos siendo sanados por el toque del maestro.
Si cambiamos estos conceptos este año, no seremos iguales. Y avanzaremos. No despreciaremos las vidas, sino que las honraremos. No nos aislaremos, sino que seremos compañeros. Eso es lo que se necesita. No iglesias aparentemente santas, pero llenas de muerte e inmundicia.
Necesitamos adoptar un nuevo modelo de iglesia. Una iglesia que abrace al herido, que levante al caído, que ame de verdad. Que no le tema al conflicto ni a la exposición. Una iglesia genuina. Menos activista y más efectiva. Menos condenatoria y más perdonadora.
No será fácil. Pero es posible. No será agradable, pero es necesario. No será cómodo, pero es ineludible. O cambiamos o morimos. O movemos la hoja, para ser trascendentes a una sociedad que va en desbandada, o somos arrastrados como irrelevantes.
Hay que sacudir los harapos de la religiosidad y el misticismo. Concentrarnos en lo más importante, el amor, y dejar de ser reaccionarios intrascendente que solo critican, señalan y murmuran.
¿Cómo hacemos esto?
La clave hermanos es, por un lado, Renovación Espiritual en medio del caos. Recibiendo lo que dice Dios en Ezequiel 36:26-31: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros.” Se trata de recibir de Dios un nuevo sentir, una nueva motivación. Apártate con Dios y ruégale: Instaura en mí el régimen nuevo del Espíritu.
Y por el otro, es avanzar a la madurez. “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección”. (Hebreos 6:1). Rompe con la esclavitud a lo viejo. Deja atrás el antiguo modo de ser iglesia. Avanza a la perfección… No te detengas… Sé libre.
Pr. David Parra
Serie: Cambios para 2022
Capítulo 3: Adaptarse al cambio
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. de Diseño: Jennifer Pérez
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