Serie: Esperanza
Día 3: Agradecer
Hay circunstancias contrarias que tienen el potencial de debilitar nuestra fe y en consecuencia, desvanecer cualquier esperanza, ¿Cuál debe ser nuestra actitud y accionar? ¿Cómo mantener el enfoque en el carácter fiel, amoroso y misericordioso de nuestro Creador? Para ilustrar la respuesta, permite que comparta la siguiente anécdota.
Se dice que en el lago Michigan, una noche de gran tormenta, un barco chocó con un barco de pasajeros más o menos a dos kilómetros del pueblo de Winnetka, Illinois. De los 393 pasajeros, 279 se ahogaron. Fue un gran desastre.
Un hombre llamado Edward Spencer, al ver el desastre, se metió en el lago y trató de ayudar y salvar a algunos pasajeros. Uno por uno los trajo a la playa, regresando otra vez por uno más. En total Edward Spencer pudo salvar a 17 personas.
Desgraciadamente, en el transcurso de este acto de heroísmo, cayó Edward de cansancio. Los nervios en sus piernas estaban tan dañados por el esfuerzo que hizo, que nunca más volvió a andar. De ahí en adelante se quedó paralítico, prisionero de por vida sobre su silla de ruedas.
A los 18 años, alguien le pidió relatar su experiencia y contar lo que más le impresionó de esa noche. Edward respondió, "Ni una sola persona de los 17 que salvé regresó para darme las gracias. ¡Ni uno solo!"
Pero Abraham no actuó así, más bien dice Pablo: “Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios” (Romanos 4:20) Una espera y una fe solo pueden ser reafirmadas, cuando de continuo mostramos agradecimiento a nuestro Padre Celestial, por el cumplimiento de sus promesas (aun cuando esto no se haya producido).
Dar gloria a Dios en medio de la espera, implica reconocer su accionar amoroso y poderoso, lo que nos mantiene en esa conexión con su carácter fiel. No dejes de agradecer al Señor aun en momentos de dificultad, pues cuando reconoces lo que Él es, te afianzas en todo lo que Él es capaz de hacer.
“Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra; adoren al SEÑOR con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo. Reconozcan que el SEÑOR es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el SEÑOR es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre”. (Salmos 100:1-5).
Pr. Cruz Mario Silva
Serie: Esperanza
Dpto. de Redacción NotiCristo
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