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Pr. Rigoberto Venegas

Clama y confía


“¡Pongan a prueba a Dios, y verán cuán bueno es! Dichosos todos los que confían en él.”

Serie: Cómo agradar a Dios


Capítulo 2: Clama y confía


“¡Pongan a prueba a Dios, y verán cuán bueno es! Dichosos todos los que confían en él.” (Salmo 34:8 NBV)


En mi primera experiencia de la universidad tuve que mudarme con mi papá a una ciudad que estaba lejos de mi casa. Cuando estaba cursando el sexto semestre, mi papá tuvo problemas financieros y no pude terminar la carrera.


Decidí regresar a mi ciudad de origen, pero mi papá me dijo: “Tengo miedo que, al regresar, te desanimes y no quieras seguir estudiando”. “Papá —le dije — te prometo que seguiré estudiando y te colocaré mi título en tus manos”.


Así lo hice. Aunque tuve que cambiarme de carrera, pude obtener un título de Contador Público. No me gradué para demostrarle a mi papá que él estaba equivocado, pero sus palabras me plantearon un desafío: “Prueba que eres capaz de luchar para alcanzar tus sueños”.


Hacerlo significó una transformación en mi vida, pues tuve que cambiar muchas cosas para volverme una persona responsable, disciplinada, determinada y un modelo para mis compañeros de estudio.


¡Dios nos reta a probarle!


Dios nos reta a probar que Él es real y cumple sus promesas. Pero no es tan sencillo como simplemente decir: “¡A que no lo haces!”, pues demandará de nuestra parte desarrollar una relación íntima con Él; obediencia sin variación, sin demora y con la actitud correcta en el corazón; una fe inquebrantable y dependencia plena.


Recuerdo la historia de un hombre ciego que estaba a la orilla del camino pidiendo limosnas, entre Jericó y Jerusalén (Marcos 10:46-52). Al escuchar un gran alboroto preguntó qué ocurría.


Cuando supo que Jesús estaba pasando por allí, dio un salto, arrojó su capa y empezó a gritar: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí”.


Aunque la gente trató de impedir que se acercara a Jesús, Bartimeo superó todos los obstáculos (todos los años de ceguera y mendicidad, la oposición de la gente, sus propias inseguridades) y comprobó que el que pide, recibe; que el que grita por la ayuda de Dios, no se queda sin respuesta; que los que esperan en Él no quedan avergonzados.


¡Atrévete a clamar!


David también nos reta: "Prueba honrar a Dios, prueba hablar de sus glorias y de su gracia" (Salmo 34:1 NBV). Es un desafío cotidiano: Mostrarle respeto en toda nuestra manera de ser y de vivir y hablar de las maravillas que Él ha hecho en nuestras vidas.


Es cierto que tendremos que luchar contra nuestros propios paradigmas, con la oposición que tratará de impedir que nos acerquemos a nuestro Padre celestial, con nuestras dudas y temores, pero tenemos la garantía de que podremos salir victoriosos en todas estas cosas, pues Él nos dará la capacidad para hacerlo y la ayuda de su Espíritu Santo.

Como resultado veremos cómo vendrá a ayudarnos y nos librará de toda aflicción y nos proveerá de cuanto necesitemos ¿Te atreves a aceptar el desafío de clamar?


Capítulo 3: Reconoce tu debilidad


Pr. Rigoberto Venegas M.

Serie: Cómo agradar a Dios

Dpto. de Redacción NotiCristo


Dpto. de Diseño: Marco Gentile

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REDACTRONI CA
REDACTRONI CA
14 dic 2021

Sí, acepto el desafío, ¡Dios es grande!

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(Romanos 10:14-15)

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