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Con las fuerzas de un toro salvaje


Toro salvaje

Aprende cómo renovar tus fuerzas en medio de las batallas de la vida. ¡Avanza con la determinación del toro salvaje de Basán y conquista tus desafíos! Descubre los secretos de David y cómo la gracia de Dios puede transformar tu agotamiento en una fuerza renovadora.


En las vastas llanuras de Basán, el majestuoso toro salvaje recorre su territorio con determinación y fuerza. El imponente animal, de pelaje oscuro y músculos poderosos, recorre cansado las praderas, con su manada, en busca de pasto fresco, pero de pronto se detiene, porque olfatea en el aire el olor de leones hambrientos que acechan entre la maleza.


El toro ha luchado contra ellos en el pasado y sabe que son adversarios formidables. La feroz batalla inicia, y el toro lucha con valentía. Sus astas poderosas arremeten contra los depredadores, para defender a su manada.


Pero, a medida que el combate se prolonga, el agotamiento comienza a hacer estragos en su cuerpo. Sus piernas tiemblan, y su visión se vuelve borrosa. Parece quedarse sin fuerzas para continuar.


Sin embargo, en ese momento crítico, el toro hace algo asombroso. Se detiene por un instante, como si entendiera la importancia de ese momento de pausa, y activa un proceso defensivo que lo renueva por completo.


Mientras permanece inmóvil, su respiración se vuelve más profunda, y su corazón late con fuerza renovada. El sudor que corre por su cuerpo le baña por completo, y de esta manera, el toro salvaje recupera su vigor y claridad mental.


Sus ojos se abren con determinación, y sus astas brillan con un nuevo brío. El sudor aceitoso hace resplandecer su pelaje, y se convierte en un verdadero titán de la resistencia, capaz de pelear con los leones con una ferocidad renovada.


Los leones, sorprendidos por la transformación del toro, retroceden momentáneamente, pero el toro no da tregua. Embiste con furia a los depredadores, defendiendo su territorio con un coraje inquebrantable. Hasta que los leones huyen, ante la fuerza renovada del potente toro salvaje.


Fuerzas como las del toro salvaje

Esta era la figura que tenía en mente el salmista cuando escribió: “Pero a mí me das fuerzas como las de un toro salvaje; rociaste aceite fresco sobre mi cabeza. Veré la derrota de mis enemigos. Cuando se levanten contra mí para atacarme, yo los oiré y estaré prevenido.” (Sal 92:10-11)



Ante las batallas de la vida, muchas veces llegamos a sentirnos como el toro salvaje que lucha con todas sus fuerzas contra enemigos que buscan devorar nuestras carnes. Los ataques inclementes de circunstancias contrarias nos agotan, debilitan nuestro cuerpo y nuestra mente, y amenazan con hacernos desfallecer.


Y justo ahí, es cuando necesitamos la intervención de Dios. David dijo: “Pero Tú aumentarás mis fuerzas como las del toro salvaje…” Cuando el toro salvaje estaba más cansado se manifestó su mayor fuerza. Por eso era tenido como un animal incansable.


Él sabía cómo aumentar sus fuerzas. No se dejaba vencer por su cansancio. Podía caminar kilómetros buscando comida, cargar el doble de su peso, y aún así ser capaz de embestir una manada enemiga sin detenerse.


El toro salvaje tenía una capacidad: Cuando más acorralado estaba, era capaz de renovar su fuerza. Parecía cobrar fuerzas de su agotamiento. Su energía parecía renovable. ¿Cómo hacía para aumentar sus fuerzas en medio de su debilidad?


David entendió algo: Lo único que puede aumentar tus fuerzas como las del toro salvaje, es el diseño suficiente de la gracia de Dios. Él le dijo al Señor: "Tú aumentarás mis fuerzas como las del toro salvaje”.


De modo que, para renovar nuestras fuerzas, necesitamos recurrir a la gracia suficiente de Dios. La pregunta es ¿Cómo hacerlo? La clave está en lo que hace el toro salvaje. Este animal lo primero que hace es detenerse y observar. Olfatea a su enemigo, y reconoce de inmediato la amenaza, y eso hace tangible para él la necesidad de hacer uso de su fuerza, que es la gracia que ha recibido de parte de Dios.


No puedes ser renovado si no entiendes tu propia debilidad.

Ante la amenaza, necesitas aceptar que eres débil, y que necesitas una gracia de Dios particular. Si no reconoces que tienes problemas con un pecado particular, y que te puede vencer una debilidad, no vas a prepararte para luchar.


¿Cuál es tu lucha? ¿Contra qué estás batallando? ¿Ya sabes cuál es tu enemigo particular? Olfatear el aire, para identificar el peligro que se esconde tras la maleza, es lo que puede darte oportunidad de recurrir a la gracia de la fortaleza divina.


La buena noticia es que “no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” Y en virtud de eso nos invita “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Heb 4:15-16)



Toma una pausa para activar tu renovación

Renovar nuestras fuerzas, es recurrir a la gracia suficiente de Dios. El toro agotado por la batalla y el hambre se detiene por un momento y activa un proceso renovador: Se queda inmóvil, y respira con pausa, pero profundamente.


Entonces su corazón late con fuerza renovada. Un sudor aceitoso recorre su pelaje, y de esta manera, el toro salvaje recupera su vigor y claridad mental. Sus ojos se abren, sus oídos se aguzan, y sus astas se enarbolan con resistencia, porque sus fuerzas se han renovado en una nueva unción.


Pablo dijo: “Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:10)

Tomar tiempo para reconocer tu propia debilidad, y aspirar profundamente el respiro del gozo de Dios, activa una renovación de su gracia en ti. Es como dijo el salmista: "Seré ungido con aceite fresco".


La unción te da la fuerza que necesitas. Agudiza tu visión (“Mis ojos satisfechos han mirado a los que me acechaban”), y afina tu oído para oír las estrategias divinas (“Oyen mis oídos de los malhechores que se levantan contra mí”). El gozo en la debilidad te renueva, y el aceite fresco que te baña en medio de la dificultad, renueva tu energía espiritual y te refresca las fuerzas.


El poder de una mente protegida

El toro salvaje no duda en renovar el ataque cuando sus fuerzas se renuevan. Empuja fuertemente con sus cuernos mientras avanza. Sus astas no solo blindan su cabeza, sino que también son sus armas ofensivas.


Las bases de los cuernos se convierten en el casco que protege el área sensible de su cerebro, a la vez que hace huir a sus depredadores lo más lejos posible de esas lanzas afiladas. Y aquí, entendemos el poder de una mente protegida. Los pensamientos son poderosos: pueden derrotarte o impulsarte, puedes usarlos como armas defensivas, y también ofensivas.


La Biblia nos insta a renovar el espíritu de nuestra mente, y a cambiar nuestra forma de pensar. Cuando te encuentres en momentos de debilidad, la cosa más importante que puedes hacer es enfocar tus pensamientos en Dios y sus promesas. Esto te protegerá y te impulsará a enfrentar a tus enemigos con valentía.


Al igual que el búfalo con sus cuernos, tu mente puede ser tu mejor defensa y tu arma más poderosa. Si afianzas tus pensamientos en la palabra de Dios, su promesa cobrará vida para ti. “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).


En tiempos difíciles, recuerda que Dios está dispuesto a aumentar tus fuerzas, al igual que lo hace con el toro salvaje. Reconoce tus debilidades, busca la gracia divina a través de la unción, y protege tu mente con pensamientos centrados en Dios. Al hacerlo, encontrarás la fortaleza para enfrentar cualquier desafío y avanzar con valentía hacia tus metas y propósitos.


Así como el búfalo renueva su fuerza en los momentos más difíciles, tú también puedes encontrar renovación en la gracia de Dios.


¡Confía en Él y avanza como el poderoso toro salvaje de Basan!



Departamento de Redacción NotiCristo.

Diseño: Marco Gentile


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