Estamos viviendo tiempos de expertos que van desde gurús empresariales, CEO brillantes con carreras que empiezan casi desde los 20 años, hasta personas que se hacen famosas por un reel y terminan siendo referentes en un tema de la noche a la mañana. La cultura de las redes sociales ha popularizado la difusión de consejos, secretos, tips y recetas mágicas que incitan a los jóvenes a alcanzar éxito y fortuna a cualquier costo.
Sin embargo, la Biblia plantea otra forma de abordar el liderazgo o la gestión empresarial.
En Mateo 7:16 dice: “Ustedes los conocerán por sus frutos, pues no se recogen uvas de los espinos, ni higos de los abrojos. Del mismo modo, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. El buen árbol no puede dar frutos malos”.
El manual de instrucciones de la vida nos invita a tomar la perspectiva del liderazgo de adentro hacia afuera. En ese sentido, no se puede liderar lo que no se conoce, lo que no se es. Así como no se pueden recoger uvas de un espino, no se puede ser ni dar lo que no se ha cultivado en el interior primero. Es por eso que detallo a continuación algunos aspectos en los que debemos trabajar si realmente queremos liderar a la manera de Dios.
1. Renueva tu mente:
Muchos se preguntarán, ¿cómo puedo empezar a liderar desde adentro? En Romanos 12:2 se nos habla de que la transformación viene mediante la renovación de nuestra mente. Esto solo se logra si dedicamos tiempo a aprender, a leer en la Biblia cómo pensaba Dios, cuál era su forma de liderar, qué cosas hacía y qué cosas no. A través de todos los libros de la Biblia, se va detallando cómo es su forma de actuar en cada circunstancia.
2. Mantente conectado:
En Juan 15:4 nos dice: “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí”. Así de claro es Dios cuando dice que separados de Él no podemos hacer nada. No podremos tener guía para liderar a otros si no estamos permanentemente conectados con Él.
3. Ponte al servicio:
En la famosa parábola de la Biblia donde Jesús lava los pies de sus discípulos, nos deja ver que el buen líder es cercano, humilde y empático. Esa imagen de Jesús agachado, lavando los pies de sus compañeros de viaje, que sin duda estaban muy sucios ya que en esa época eran caminos de tierra y usaban sandalias, nos habla de predicar con el ejemplo, con acciones, sin necesidad de palabras. Es importante entender que una posición de liderazgo implica más responsabilidad, pero eso no tiene por qué hacerte distante o inalcanzable ante tu entorno.
4. Olvida el resultado:
Tenemos una tendencia a medir todo con cifras: los logros, las personas alcanzadas, hasta las actividades las calificamos de acuerdo a cuántas personas asistieron y no a lo que puede haber pasado dentro de ellas. Lo que quiera que hagamos, queremos medirlo como si eso nos diera cierta certeza de que lo estamos haciendo bien. Pero 1 Corintios 15:58 nos dice que perseverar es más importante que medir, y lo dice de esta manera:
“Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano”.
La tarea del que lidera o maneja una empresa puede resultar agotadora por momentos, pero renovar las fuerzas pensando en el propósito y para quién lo hacemos, y no en los resultados, hará que podamos permanecer firmes en el tiempo.
Por último, quisiera añadir que parte del liderazgo implica entender que hay que sembrar semillas. Algunas caerán en tierra fértil y otras quizás tarden más en prosperar, pero aun así, tenemos hoy la posibilidad de invertir tiempo en otros, sin olvidar que estamos de paso en los lugares o cargos que ejercemos. Estemos donde estemos, hay una generación de relevo en la que cada uno de nosotros puede hacer una diferencia. Quienes tenemos la fortuna de liderar cualquier tipo de empresa o grupo, tenemos también la oportunidad de influenciar ese entorno, mostrando un poco del amor de Cristo a quienes nos rodean.
Autor: Chris Barroso
Buenos Aires, Argentina
Muy buenos estudios