¿Te has preguntado alguna vez cómo podemos sobreponernos a las dificultades que nos asaltan en el camino de la vida?
¿Alguna vez has llegado a pensar que puedes aprovechar el impacto de las tribulaciones para crecer?
A Génesis le corrían gruesas lágrimas por sus ojos, cuando decidió abrir su corazón al grupo de apoyo que la rodeaba con cariño, expresando los pensamientos que le inquietaban y llenaban de dolor.
-Lo que yo me pregunto es,-dijo entre sollozos -¿Qué mal he hecho yo para que me vengan tantos problemas juntos…? ¡No salgo de uno para entrar en otro…!
Y empezó a contar una a una sus desventuras, a la vez que repetía la misma pregunta final: "Dígame pues, ¿A quién maté, a quien asesiné, para recibir tanto castigo?"
Esta forma de pensar es común para mucha gente, y puede ser que para ti también. Cuando llegan las adversidades de la vida, ¿Empiezas a buscar culpables, a lamentar tu suerte, y a maldecir tu desgracia?
Lo que debes preguntarte en momentos así, es: ¿Cómo puedo asegurarme de aprobar los procesos de este desierto?
El apóstol Pablo, escribiendo la segunda carta a los corintios, reconoció que la vida cristiana estaba llena de tribulaciones, pero él les dio al menos tres claves con las que superar las aflicciones y sobreponerse a las dificultades.
Pablo dijo: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." 2 Corintios 4:17-18.
Las claves para sobreponerte a las dificultades son estas:
1. Recuerda que las dificultades son temporales.
Aun la peor de las tribulaciones tiene fecha de caducidad, y límite de tiempo.
Se dice que en una tarde de mucha lluvia, un caballero se acercó a Mark Twain y le dijo:
-Llueve a cántaros desde hace más de dos horas… ¿Alguna vez dejará de llover?
-Siempre lo hace,- respondió Mark Twain.
Así son las dificultades: por muchas que sean, siempre llega un tiempo en el que se acaban.
Seguro puedes hacer una lista de problemas que en algún momento sufriste, pero todos tienen esto en común: ya pasaron.
La garantía que puedes usar en medio de tu tribulación presente es la confesión cierta: "Esto también pasará".
2. Ten en cuenta lo que las dificultades producen en ti
Cada dificultad "produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria"
La tribulación te hace más empático. El quebrantamiento te hace más humilde. Y cada tormenta que superas te va haciendo más fuerte.
El carácter más excelente que produce en ti la ruda dificultad, le añade valor a tus heridas, y demuestra que no eres el mismo después de cada batalla en la que triunfas.
La tribulación produce en ti un eterno y más excelente peso de gloria, porque te añade valor personal; aun el fracaso te hace más valioso, por el valor de la experiencia.
Y refinada tu fe como el oro, hace brillar en ti el resplandor de la gloria venidera. Todo esto, porque la crisis está cumpliendo su propósito en ti.
3. Pon el enfoque en las cosas eternas e invisibles.
Si tu enfoque es en lo temporal, pierdes lo eterno.
El mundo se desvive por cosas que a la luz de la Biblia son visibles pero temporales: dinero, ropa, calzado, casa, comida, salud y belleza.
Pero en vez de estar viviendo en afán, persiguiendo estas cosas temporales, es mejor tener la mirada puesta en las cosas que son invisibles y eternas.
No es que estas cosas no sean importantes, es solo que no pueden ser las más prioritarias de tu vida. Porque solo tienen valor para el presente, pero no para el futuro. Pregúntate: Después de 100 años ¿Tendrán el mismo valor?
Dios es invisible y eterno, pero por poner la fe en él, Moisés se sostuvo en el desierto.
La Salvación que Dios ofrece, también es eterna, y ninguno que quiera alcanzarla podrá hacerlo poniendo su confianza en lo visible y temporal.
La vida eterna es de Dios, y no se obtiene por obras, sino por medio de la fe, porque es un don invisible y eterno de Dios.
Para sobreponerte entonces a la mayor dificultad de tu vida, la condenación de tus pecados, tu mirada y tu fe deben estar en Cristo. El es el autor de la eterna salvación.
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." Romanos 8:35
Pr. David Parra
Ciudad Bolívar, Venezuela.
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