Como cristianos no estamos exentos de experimentar tristeza. Contrario a eso, el Señor nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicción, pero también nos dijo que confiáramos porque Él ya venció al mundo.
Muchas veces, en medio de mis procesos de vida, me concentro en lo que no puedo hacer y en mis limitaciones y olvido que el Dios en el cual creo es Omnipotente (Todo lo puede) y Omnisciente (Todo lo sabe).
Cuando actúo así, y tal como alguna vez leí del Pastor Rick Warren: Me convierto en una especie de atea práctica, alguien que no actúa en congruencia con lo que cree. Si te pasa lo mismo que a mí, entonces esa actitud te deja expuesto a la tristeza y a la depresión por lo que sucede a tu alrededor.
Pero entendiendo nuestra debilidad, el profeta Isaías en el capítulo 35 de su libro, se dirige de parte de Dios a aquellos que luchan contra la tristeza, la depresión y la preocupación, y les da directrices divinas para ayudarles a sacudir la tristeza de sus corazones.
Pautas divinas para superar la tristeza:
Estas pautas divinas que compartió Isaías con el pueblo de Dios en la antigüedad, tienen vigencia hoy, y cada una de ellas encierra una lección espiritual para los que somos parte del pueblo de Dios en el presente, que también tenemos las mismas batallas. Estas son:
Fortalecer las manos débiles
Puedes fortalecer tus manos débiles – espiritualmente hablando - al ocuparte de hacer lo que Dios te ha dicho que hagas, usando tus dones y talentos para servirlo, honrarlo y agradarlo extendiendo el mensaje del evangelio dentro de tu área de influencia, llámese familia, trabajo, comunidad.
Afirmar las rodillas temblorosas
Este consejo divino se relaciona con la oración. Una vez le preguntaron a la reina Victoria de Inglaterra que cuántas veces al día oraba y ella respondió: una sola vez. Quien le hizo la pregunta se sorprendió porque la reina era conocida por su profunda fe y devoción por Dios y le dijo: ¿tan poco ora? Ella le dijo que orar no se trata de algo que haces una, dos, o tres veces al día, sino que es una actitud de estar consciente de la Presencia de Dios constantemente en tu vida. No lo dejas por fuera en nada.
Puedes orar de rodillas, sentado de camino al trabajo, trabajando, descansando. El punto vital aquí es que orar es hablar con Dios, relacionarte con él, considerarlo para cada actividad que haces, invitarlo a tu día a día.
Ora con un corazón dispuesto a oír lo que Dios tiene para decirte. Ora con perseverancia e intencionalidad. Ora específicamente. En todo tiempo: ¡Ora!
Ser fuerte y no tener miedo
No sé si conoces o leíste el libro “Pies de ciervas en los lugares altos” de la autora Hannah Hurnard. Es una especie de fábula donde el personaje “Miedosa” empieza su viaje de fe en el Valle de los Temerosos y quiere llegar a los lugares altos que en la fábula representan la madurez espiritual. Pero a lo largo de su recorrido se encuentra con muchos obstáculos que – debido a su miedo – le cuesta superar.
Me identifico con Miedosa en algunos aspectos de mi vida, y mi único aliciente en esos momentos de lucha, a través de mi propio viaje por el valle de los temerosos, es encontrar las promesas de Dios para mi vida, para apropiarme de ellas y superar mis temores.
Promesas de Dios que libran de la tristeza:
Por eso al leer la palabra que envía el Señor a los suyos por medio de Isaías, me regocijo en sus hermosas promesas, sobre manera en esta: “Su Dios vendrá… vendrá a salvarlos”. Esta Palabra fortalece mi fe para creer que aun en medio de mis peores circunstancias, Dios abrirá un camino de victoria, donde parece que no lo hay.
Y como Dios es abundante, Él añade otras promesas para los suyos que pueden marcar la diferencia para una vida de total victoria sobre la depresión y la tristeza:
"Se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos”:
Quizá no tengas problemas con tu vista y oídos físicos. Puedes ver y oír perfectamente. Pero, podría suceder, que estés espiritualmente ciego y sordo. Que la tristeza, los problemas, y las preocupaciones, te impidan ver y oír más allá de tu situación.
Pero el Señor promete darte “la vista” y hacerte “oír” nuevamente para que puedas en medio cualquier circunstancia, verlo y oírlo a Él y recordar que no estás solo.
“Saltará el cojo como un ciervo”:
Cuando andas por la vida sin tomar en cuenta a Dios, eres como un cojo espiritualmente hablando. Caminas, pero con dificultad. Más Cuando Dios entra a formar parte de tu vida él transforma tu andar y endereza tus sendas.
“Gritará de alegría la lengua del mudo”:
Generalmente cuando estás controlado por las preocupaciones, tu manera de hablar cambia centrándose en la queja y el pesimismo. Cuando te relacionas con Dios, Él transforma tu manera de hablar y de expresarte.
“Porque aguas brotarán en el desierto”:
Los problemas y dificultades que experimentas son tu “desierto”. Dios quiere que confíes en Él porque en medio de ese “desierto”, Él hará brotar agua para ti.
El camino de la eterna felicidad:
Finalmente, Isaías nos dice en los versículos 8 al 10 que quienes tendrán la oportunidad de experimentar todas estas bendiciones son aquellos que transitan “El camino de santidad”, es decir, aquellos que han decidido tener una relación personal con el Señor Jesucristo, Dios eterno:
“Habrá allí una calzada que será llamada Camino de Santidad. No viajarán por ella los impuros, ni transitarán por ella los necios; será solo para los que siguen el camino. No habrá allí ningún león, ni bestia feroz que por él pase; ¡Allí no se les encontrará! ¡Por allí pasarán solamente los redimidos! Y volverán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión con cantos de alegría, coronados de una alegría eterna. Los alcanzarán la alegría y el regocijo, y se alegrarán la tristeza y el gemido” (Isaías 35:8-10 NVI)
Ese camino, conduce a un lugar de alegría eterna. El Señor, en una ocasión, siendo interpelado por su discípulo Tomás, respecto a cómo encontrar ese camino, se lo aclaró de este modo:
“Dijo entonces Tomás: - Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? – Yo soy el camino, la verdad y la vida – le contestó Jesús -. Nadie llega al Padre sino por mí” (San Juan 14:6 NVI)
El camino a la felicidad eterna es una persona: Cristo Jesús. Si aún no has tomado la decisión de darle a Cristo la oportunidad de tener contigo el tipo de relación que Él desea, hoy te invito a considerar su oferta de amistad y salvación que puede transformar tu vida para siempre, dándote la bendita esperanza de felicidad, paz, y gozo por la eternidad.
Autor: Beverly Guevara
Bogotá, Colombia
Diseño Gráfico: REDACTRÓNICA
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