Serie: Economía Bíblica
2: Cómo tener buenas finanzas
Estando a punto de marcharse a recibir un reino, un señor llamó a varios de sus siervos para entregar sus bienes bajo el cuidado de ellos. A cada uno le dio una cantidad de dinero conforme a la capacidad de cada uno, y les pidió que negociaran con ellos para aumentarlos.
Al cabo de cierto tiempo, aquel caballero regresó y pidió cuentas a sus administradores. Cada uno trajo la cuenta de lo que había hecho, y el señor les recompensó por su labor, menos a uno que recibió el dinero y no lo aumentó en ninguna manera.
La sentencia calificadora que usó el señor de aquella tierra fue esta: “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.” y “Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” (Mateo 25:21,29 RVR60)
Esta historia refleja principios financieros que el Reino de Dios maneja, y que si entendemos, nos ayudará a manejar nuestras finanzas de manera que tengamos buenos resultados. Lo primero que tenemos que razonar es el papel que se nos asigna con respecto al dinero.
El dinero y los recursos que recibimos tienen dueño, y no somos nosotros. Aunque están en nuestras manos, y los recibimos en virtud del trabajo, no nos pertenecen. Hay un Señor que es propietario de los recursos. Nosotros los recibimos en calidad de administradores.
Ser administradores de los bienes de Dios implica una gran responsabilidad a la vez que un enorme privilegio. Se nos da la autoridad para tomar decisiones con respecto a los bienes que recibimos, pero constantemente se nos pide cuentas por ellos.
Dios es la fuente de todo bien. De Él lo recibimos todo. Pero recogemos en función de nuestra capacidad, fidelidad, responsabilidad, y trabajo. Cosechamos de acuerdo a nuestra siembra, y a la calidad de nuestra propia semilla.
Para recibir mayor cantidad de recursos, necesitamos demostrar que somos buenos administradores de lo que ya tenemos. La primera cosa que Dios evalúa en nosotros para soltarnos mayor cantidad de bienes, es nuestra capacidad para administrar.
Lo segundo que Dios evalúa es nuestra fidelidad con lo que hemos recibido. Hay gente que dice: “Si yo tuviera un millón de dólares, mi vida sería muy diferente; ayudaría a muchos pobres, contribuiría con buenas causas, daría mucho más de lo que doy ahora.” Pero el Señor no evalúa lo que harías con un millón, sino lo que estás haciendo con lo que tienes ahora.
Si en lo poco no eres fiel, tampoco lo serás si tienes mayor abundancia. Si te manejas con pobreza mental en la cantidad de recursos actuales, nada asegura que puedas llegar a recibir más de ellos. Antes bien, lo más seguro es que disminuya lo que ya tienes en tu poder.
Y cualquiera podría pensar que es injusto, pero es un asunto de responsabilidad. El dinero es un bien del que eres responsable delante de aquel que es tu fuente de provisión. Con tus acciones aumentas o no el flujo que recibes.
Podrías pensar: “El dinero que tengo es fruto de mi trabajo; yo me lo gané con mi esfuerzo” y es una verdad a medias. Tu trabajo responsable aumenta tu fuente de recursos, pero la fuente sigue siendo Dios, que usa canales para bendecirte, no eres tú.
Tu empleo, tu jefe, o tus clientes, son los canales que Dios usa. Pero ellos tampoco son la fuente. Dios lo es, Él es tu proveedor. Tu solo eres receptor de sus bienes, y administrador de lo que Él pone en tus manos.
Si Dios viene a pedirte cuentas ¿Serías hallado fiel? Nunca podrás serlo si no reconoces que son los recursos de Dios, no los tuyos. Tú sólo eres un administrador. Para ser hallado fiel en tu labor, debes trabajar con los principios que tu Señor demanda, no con lo que a ti te parece.
El sistema económico del Reino de Dios trabaja con valores y principios particulares: Honestidad, generosidad, legalidad y fe. Constantemente estos principios serán puestos a prueba en tu vida, por el dueño de los recursos, y si eres hallado fiel, entonces te pondrá en lo mucho y entrarás en el gozo de tu Señor. Si no lo eres, entonces lamentablemente, aun lo que tienes te será quitado.
Pr. David Parra
Serie: Economía Bíblica
Dpto. de Redacción NotiCristo
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