¿Alguna vez te han hecho sentir sin valor, descartado, como si fueras alguien insignificante para aquellos que te rodean? Esta fue la experiencia de una ciudad en la Biblia, en la antigua Galilea, a la que se le dio el nombre de Cabul. Sin embargo, este lugar despreciado se transformó en el epicentro del propósito divino, recibiendo el mayor significado que una tierra pueda tener.
El valor de un territorio, al igual que el de una persona, no está determinado por la opinión de otros, sino por su potencial divino. La Biblia dice en el Salmo 147, versículo 6: “Jehová exalta a los humildes, y humilla a los impíos hasta el polvo.” Esto fue lo que sucedió con Cabul, y es también lo que puede suceder contigo.
Durante el reinado del sabio rey Salomón, la región de Galilea fue testigo de una transacción que cambiaría el destino de una serie de ciudades. En los veinte años que duró la construcción del templo de Dios y de su propio palacio, Salomón recibió de Hiram, el rey de Tiro, toda la madera de cedro y de pino que necesitó, y también todo el oro que Salomón quiso. En total, Hiram le dio tres mil novecientos sesenta kilos de oro.
Cuando terminó la construcción, en muestra de agradecimiento, Salomón le entregó a Hiram veinte ciudades de la región de Galilea. Pero cuando Hiram fue a ver las ciudades que Salomón le había dado, no le gustaron. Así que le reclamó a Salomón, diciendo: “Yo pensé que eras mi amigo, pero estas ciudades que me diste no valen nada”. Por eso llamó al conjunto de estas ciudades, Cabul, que significa “sin valor”, “insignificantes”, y “como nada”.
Según Josefo, este conjunto de ciudades, eran realmente aldeas sin esplendor, que “estaban situadas cerca de Tiro”. Estudiosos de las escrituras creen que esas veinte ciudades probablemente eran habitadas por personas paganas. Salomón no las hubiese cedido a un rey extranjero si fuera un territorio ocupado por israelitas. Aunque estaban dentro de los límites del territorio que Dios había prometido a Israel, y eran parte de las tierras que David, el padre de Salomón, había conquistado, era una zona que Israel no ocupaba en aquel tiempo.
Hiram consideró que estas ciudades eran inservibles, y expresó sus pensamientos a Salomón, al decir que estas aldeas eran “buenas para nada”. Él no les vio ningún valor, para él solo eran un lote de aldeas inservibles e insignificantes, que sólo podrían servir de basureros para Tiro y Sidón.
Pero la gente de Cabul, no permitió que ese juicio definiera su destino. En cambio, mostraron resiliencia frente al menosprecio, una cualidad vital que te permite mantener la firmeza y la perseverancia incluso cuando enfrentas el desdén o la falta de reconocimiento de los demás.
Las aldeas que fueron llamadas Cabul, por considerarlas insignificantes y sin valor, fueron redimidas por la Presencia de Cristo Jesús en ella. El hijo de Dios fue llamado el Maestro de Galilea. Su misión no partió de Jerusalén, el centro religioso, social y político de la nación, sino de una zona periférica, despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en aquella región de diversas poblaciones no judías; el profeta Isaías la había llamado de manera despectiva, “Galilea de los gentiles”.
La que antes fue catalogada como una tierra inútil, se había convertido en una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encontraban personas de diferente raza, cultura y religión. Jesús estableció su centro de operaciones en Galilea, convirtiéndola en un lugar simbólico, ideal para la apertura del Evangelio a todos los pueblos.
El historiador judío Flavio Josefo presenta a la Galilea del tiempo de Jesús como una región muy fructífera, intensamente cultivada, como un hermoso jardín. La parte más fértil era la llanura de Genesaret, donde comenzó la vida pública de Jesús. El comercio era tan importante e incluso más, que los recursos naturales, pues por Genesaret pasaba la vía de las caravanas que iban de Damasco a Cesarea marítima, atravesando la tierra de Neftalí.
El lago era abundante en peces, y su pescado se exportaba por todo el mundo. Los pescadores galileos formaron cooperativas, poseyeron costosos aparejos y se convirtieron en proveedores de una industria de productos alimenticios. La población de Galilea era una mezcla variopinta de razas. En la época de los macabeos solo contaba con unos pocos judíos en medio de la población masivamente pagana, principalmente sirios, fenicios, árabes y griegos.
Cristo se encargó de redimir el destino infravalorado de Cabul al establecerse en esta región para comenzar allí su ministerio. Dios vio valor en un territorio en el que Hiram sólo vio un basurero, al anunciar ochocientos años antes, que esta tierra sería abrazada por la gloria del hijo de Dios. A partir de Cristo, nunca más Galilea fue vista con menosprecio. Se convirtió en una zona próspera, y de alto contenido espiritual. Hoy día, este territorio se conoce como parte de la tierra santa, y es honrado por la memoria del mundo, como la zona donde Cristo desarrolló sus milagros más importantes.
La resiliencia frente al menosprecio puede conducir a resultados extraordinarios. La ciudad de Cabul se convirtió en un testimonio viviente de cómo los lugares y las personas menospreciadas pueden ser transformadas por la fe, y utilizadas para un propósito mayor. Ser resiliente te capacita para perseverar en medio de las dificultades y te mantiene enfocado en tus objetivos a pesar de la negatividad que puedas enfrentar. Mantenerte firme en la fe, confiando en el plan de Dios para tu vida, puede hacerte superar cualquier obstáculo y ayudarte a alcanzar tu máximo potencial, al permitirte convertir las experiencias de menosprecio en oportunidades para crecer y fortalecerte.
La historia de Cabul también resalta el poder de la humildad. Cuando Salomón le ofreció estas ciudades, Hiram no las valoró y las consideró indignas de su generosidad. Sin embargo, en respuesta a la decepción de Hiram, la ciudad se mantuvo humilde, dando a entender que incluso en medio del menosprecio, mantener una actitud humilde puede ser la clave para la redención y la exaltación.
Cabul, a pesar de ser menospreciada por Hiram, finalmente encontró su propio camino. Esta ciudad antigua superó las expectativas y encontró propósito incluso en medio de la desaprobación externa. A veces, el verdadero valor no reside en la opinión de los demás, sino en la determinación de aquellos que eligen mantenerse firmes en su identidad y propósito.
Al permitir que la humildad y la resiliencia guíen tu camino, puedes superar los desafíos y adversidades que se interponen en tu recorrido. La humildad te permite reconocer tus propias fortalezas y debilidades, y estar abierto a aprender y a crecer a través de cada experiencia, por mala que parezca. La resiliencia te da la fuerza para enfrentar los obstáculos con determinación y persistencia, sin dejar que el menosprecio o el desánimo te desvíe de tu camino.
Cada individuo tiene el potencial de descubrir su verdadero valor y contribuir de manera significativa al mundo que le rodea. Al mantenerse firmes en su fe y confianza en sí mismos, y permitiendo que la humildad y la resiliencia sean sus guías, pueden alcanzar alturas que alguna vez consideraron inalcanzables, convirtiéndose en testigos vivos del poder transformador de la determinación y la autenticidad.
Como lo hizo Jesús con Cabul, tú también puedes participar de la redención de otras personas. Para eso, en primer lugar, debes procurar tener apertura mental para la diversidad y estar dispuesto a generar inclusión en tus comunidades y vidas personales. Al igual que Jesús llevó el Evangelio a todos los pueblos en Galilea, tú puedes ser inspirado a acoger a las personas de diferentes razas, culturas y religiones en las comunidades donde participas, reconociendo que como criaturas de Dios, todos merecen amor y respeto.
La historia de cómo los recursos y talentos locales fueron aprovechados en Galilea, nos enseña la importancia de apreciar y utilizar los recursos y habilidades locales en beneficio de la comunidad. Esta lección puede inspirar iniciativas de desarrollo comunitario que aprovechen los recursos y habilidades locales para promover el crecimiento económico y mejorar la calidad de vida de las personas en áreas menospreciadas o marginadas.
Asimismo, la cooperación y la solidaridad entre los pescadores galileos destacan la importancia de trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes. Seguir el ejemplo de Galilea puede motivar la colaboración entre individuos y comunidades para abordar desafíos sociales y económicos, promoviendo así el bienestar y la prosperidad para todos. La sorprendente transformación de Cabul es prueba de ello.
La clave para salir de una mala definición, y del menosprecio de los que no te valoran, está en abrazar la promesa divina, y recibir a Cristo en tu vida, para que cambie tu historia. En él está la posibilidad de encontrar para tu vida un mayor sentido, que te lleve del desprecio a la gloria divina, de la insignificancia a la redención, y de la desaprobación a la concreción de tu propósito divino.
Libna Villegas de Parra
Medellín, Colombia
Commentaires