"Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable".
1 Pedro 2:9.
La palabra "virtud" del griego "aretes", significa una cualidad buena de una persona que la hace estimada ante los demás. También significa valor intrínseco, excelencia moral y bondad. El Diccionario bíblico la define como: excelencia moral práctica de acciones rectas y dignas. El Diccionario teológico, Lacueva, 2001, como: "un hábito bueno que se adquiere y se conserva a fuerza de ascesis (Reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud)".
Lo cierto es, que las virtudes vienen de Dios, sea por su propia imagen en el hombre natural, que hace que las busque y las practique, o impartidas por su Gracia a aquellos que han sido regenerados por Cristo.
Las virtudes en el creyente deberían manifestarse de forma natural, pues son el efecto de la fe en Cristo, que imparte el Espíritu Santo, para producir su carácter en nosotros. Pedro dice que los cristianos fuimos escogidos para dar testimonio práctico de las virtudes de Cristo a través de nuestras propias vidas.
Pero es decepcionante ver a personas naturales esforzándose en practicar algunas virtudes, y notar pocas manifestaciones de virtud en creyentes que testifican haber sido regenerados por el Espíritu Santo. Para realzar nuestro llamado a testificar de la fe en Cristo, Pedro añade: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; y a la virtud conocimiento". (2 Pedro 1:5).
Una forma simple de clasificar las virtudes es: En virtudes naturales y virtudes sobrenaturales. Las naturales son propias de la sensibilidad humana, que a causa de manifestar aun en su ignorancia, la impronta original de Dios en ellos, son capaces de identificar y procurar, con mucho esfuerzo y disciplina, lo que saben que es bueno. Y las virtudes sobrenaturales son las dadas por el Espíritu Santo a los regenerados por la salvación en Cristo, en estas se incluyen las nueve virtudes del fruto del Espíritu.
Pero según Lacueva (2001), las virtudes se clasifican en virtudes del entendimiento y virtudes de la voluntad; las que se dan, tanto en el plano natural, como el sobrenatural. Las del entendimiento son producto del intelecto y las de la voluntad dependen de la decisión del hombre para practicarlas.
Desarrollar vidas virtuosas, empieza en la manera de pensar. Pablo hablando a los filipenses respecto a cómo pensar para que la paz de Dios guardara sus emociones y pensamientos, les dijo que evaluaran así: "Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Fil. 4:8), teniendo en cuenta siempre, que los pensamientos virtuosos, solo pueden brotar de una persona que tenga la mente de Cristo (1Cor.2:16).
Desarrollar virtud para testificar de Cristo, implicará elegir los valores del Reino de Dios, en el trato con todos los hombres. Pablo ordenó a los creyentes: "No paguéis a nadie mal por mal, procurad lo bueno delante de todos los hombres" (Romanos 12:17). La práctica de las virtudes es la verdadera moral del Reino de Dios y debe ser el carácter, actitud y naturaleza que fluyen desde el Espíritu Santo en los que son hijos de Dios, lo contrario, es propio de una naturaleza caída y pecaminosa.
Desarrollar vidas virtuosas, implicará crecer en el conocimiento y experimentación del amor de Cristo. El amor es la más grande virtud, (1 Corintios 13:13). Pablo dijo: "El cumplimiento de la ley es el amor." (Romanos 13:10) refiriéndose a Cristo como la manifestación del amor de Dios hacia el hombre pecador. La crucifixión suya fue un acto de amor voluntario para salvar al hombre, aun cuando este no era digno de tal mérito.
La virtud del amor en el hombre, proviene de manera sobrenatural del amor de Cristo, derramado por Gracia en los corazones de los redimidos. Pablo dice que el amor de Cristo que excede todo conocimiento, nos llena de la plenitud de Dios (Ef.3:19), y que ese amor "ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5), y se reconoce de manera práctica en que: busca el bien de todos (Romanos15:2), ama aún a los enemigos (Mateo 5:44), no hace mal a nadie (Romanos 13:8-10), es capaz de sacrificarse por el bienestar del prójimo (Juan 15:13), y va más allá de los sentimientos y las emociones, al convertirse en un acto práctico de la voluntad del hombre que busca agradar a su Dios.
¡Conectemos nuestra mente por la fe a los pensamientos de Cristo! Para desarrollar vidas virtuosas: Pensando correctamente, eligiendo los valores del Reino de Dios, y practicando el amor como la mayor virtud.
Pr. Manuel Domínguez
Departamento de Redacción NotiCristo
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