Durante estos días, el dólar es el tema recurrente en la boca, mente y vida de mucha gente en Venezuela. Pareciera que esta moneda controlara, no solo la economía del país sino también el sustento de cada persona y su bienestar emocional y mental.
Las redes sociales, los grupos de WhatsApp, los perfiles y estados, la prensa y la radio, todos hacen referencia a las constantes variaciones del dólar. La preocupación por el incremento a diario de la inflación ha puesto de cabeza al sector productivo y comercial. La pregunta que se repite hasta el cansancio, todos los días, es esta: ¿En cuánto está el dólar hoy? Porque de ello depende el precio de todo lo demás.
Lo cierto es que el tema del Dólar le ha robado la paz a muchos. El mundo vive bajo un sistema faraónico perverso, lleno de toda manipulación, amor al dinero, codicia y avaricia. Mamón, el dios de las riquezas injustas, cual ladrón, a través del afán por el precio del dólar, está robando, matando y destruyendo el gozo y la paz a muchos venezolanos.
Tu primer pensamiento cada mañana, ¿Está dirigido a Dios o hacia el dólar? ¿A quién le estas dando mayor importancia, a Dios o al dólar? ¿Hasta qué punto hemos desplazado nuestra confianza de Dios, para ponerla en el dólar?
Muchos piensan que la sola fe no alcanza en estos días para pagar las cuentas, o invertir en lo que necesitamos. Pero la verdad sea dicha, no es el dólar quien determina la provisión diaria en nuestras vidas, es Dios quien dispone de todos los canales para suplir cualquier necesidad que tengamos. Y a todas las promesas de provisión que Él nos hace, únicamente accedemos es por medio de la fe.
Detrás de todo este asunto, acerca del dólar y sus efectos, lo que hay es una trampa de opresión, angustia, desaliento, enojo y desesperación que nos aprieta con fuerza, cual Pitón, queriendo extraer de nuestro ser lo más precioso y sublime que tenemos: La vida Zoe, la vida del Espíritu.
Para no caer en esta trampa, debemos confiar y descansar en la provisión por Gracia de nuestro Señor. Creer en Dios como el Padre que nos sustenta, nos hará entender que nuestro socorro no depende de lo terrenal sino de lo eterno, que nuestro gozo brota del fluir de la fuente de su Espíritu y que sus promesas son siempre fieles y Él las cumplirá.
La Palabra nos asegura que en Dios tenemos garantizadas todas las provisiones que necesitamos. “Porque si Dios no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
El mejor consejo que podemos tomar es el que Pablo recomendó por medio de Timoteo a los ricos de que atendía. Él dijo: “Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos.” (1 Timoteo 6:17). El dólar puede fluctuar, y el bolívar puede ser inestable, pero lo que siempre será permanente es esta promesa Divina: Dios nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos.
Sea cual sea la cotización del dólar, no dejes de creer que “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para la vida y para la piedad” (2 Pedro 1:3), y además confiemos en que “de sus riquezas maravillosas mi Dios les dará, por medio de Jesucristo, todo lo que les haga falta”. (Filipenses 4:19).
Karelis de Santodomingo
Departamento de Redacción NotiCristo.
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