Esta última década (2020-2030) empezó muy diferente a las anteriores. Por un lado, la pandemia que nos aisló, y por el otro, mostrando algunos avances que eran inimaginables para la gente que nos precedió: viajes turísticos inter espaciales, planes de conquista de marte, proyecciones de crear universos paralelos, y para de contar… El mundo cambió y los entendidos se están adecuando a eso.
Por eso el año 2022, se plantea como un año en el que es necesario reinventarse, abrirse a lo nuevo y adaptarse. Las grandes corporaciones no se han echado a llorar por los cambios, ni están luchando contra sus consecuencias más allá de lo que pueden. Lo que sí están haciendo es buscar la manera de sacar provecho del caos, posicionándose.
Dios dijo: “Fíjense, voy a hacer algo nuevo. Eso es lo que está pasando ahora, ¿no se dan cuenta?”. (Isaías 43:19 PDT). Bastó esa palabra para que el mundo entrara en estremecimiento. Se empezó a ver la colisión de dos eras, y ese choque conmovió todo lo conocido.
Lo nuevo que se introdujo en el mundo, empezó a modificar la manera en que se hacen las cosas, e incluso, las maneras en que se conciben. Pero en este entorno cambiante, resulta curioso que la iglesia, que es la receptora inicial de la palabra, sea una de las instituciones más reacias a cambiar.
Algunos acérrimos críticos, han dicho: “La iglesia es un dinosaurio fosilizado, muy pesado para moverse. Muy enorme para cambiar. Está próxima a desaparecer. Está destinada a extinguirse”. Y en parte es verdad. No les falta razón. Inevitablemente esa iglesia institucionalizada, rígida y tradicional, va a desaparecer.
Pero no quiero que me malentienda, así que recíbame esto: Aunque la estructura organizada de la iglesia tradicional se venga abajo, la verdadera iglesia, la establecida en el fundamento de la Palabra Eterna de Cristo, ante la que las puertas del infierno no prevalecen, no será extinguida, sino que saldrá renovada por estos cambios.
La iglesia remanente, que no se enclaustró en una tradición hecha ley, ni se momificó en una mezcla mortal con la doctrina del mundo, esa iglesia prevalecerá, saldrá renovada de la hora de la prueba, y resplandecerá para siempre con la luz de Cristo. Pero para eso, necesita renovarse. Ser transformada. Hacer cambios.
¿Quieres saber los cambios que Dios está produciendo en la iglesia? ¿Te gustaría saber cómo impulsar desde tu trinchera la mudanza hacia esa nueva manifestación de la iglesia?
Busca mañana nuestra próxima entrega de esta serie, en la que hablaremos de cómo Dios está renovando el odre de su pueblo, para derramar su vino nuevo.
Entiende que el cambio es para bien, y forma parte de una nueva manera de ser y de hacer iglesia.
Pr. David Parra
Serie: Cambios para 2022
Capítulo 1: El mundo cambió
Dpto. de Redacción NotiCristo
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Amén, el señor me ha mostrado en este tiempo de Pandemia a través de su palabra y hechos que fuimos escogidos, para llevarnos a otro nivel de Prosperidad y sobretodo en el crecimiento espiritual.