“Puedes realizar una acción bondadosa cuando no te sientes bondadoso y no te da placer alguno, Simplemente porque la bondad está bien;
Pero nadie jamás hizo una acción cruel simplemente porque la crueldad es mala, Sino sólo porque la crueldad era placentera o útil para él.”
—C. S. Lewis.
Hace pocos días leí en las noticias que un padre de 20 años, torturaba a su hija de 10 meses en Venezuela. Ya está preso. La madre de su hija es una adolescente de 15 años. ¿Qué tan perturbado, diabólico o inocente puede ser un hombre de esas características para realizar un acto tan vil?
Indagar acerca de por qué es bueno el bien o por qué es malo el mal, pudiera ser tildado de estúpido, por los sabios que nunca se preguntan nada, pero C.S. Lewis enseña aquí, que ningún hombre hace el mal por sí mismo sino por el placer o bien que obtiene de este.
Es así como psicológicamente se entiende la plausibilidad de que la mente degenerada, en este caso la de este joven padre, pueda hacerle atrocidades a su hija por "venganza hacia la madre", según relata el periódico. No estoy diciendo que esto convierta a la fatal noticia en algo menos que, desesperadamente abominable. Estoy diciendo que hay algo terriblemente mal en este sujeto que él mismo no logra ver.
Entonces, ¿qué hace la gente en su indignación? Pide pena de muerte para el joven. Y visceralmente, pareciera no haber otra alternativa. Pero entender al ser humano como Dios lo confeccionó y como posteriormente se corrompió, ayudará a todos en general a sensibilizarse y comprender que el problema no es solamente que ese sujeto sea un monstruo, sino que es la configuración compleja de por lo menos dos elementos que se tornan perturbadores en la naturaleza del hombre: Por una parte, el corazón engañoso que tenemos todos en común y por la otra, la laxitud moral de nuestra época.
El mismo C.S. Lewis preguntó: “¿No somos una época cada vez más cruel? Creo que nos hemos vuelto así por intentar limitar todas las virtudes a la benevolencia. (...) Todo vicio lleva a la crueldad. Incluso una emoción buena, la compasión, si no es controlada por la caridad y la justicia, conduce, por medio de la ira, a la crueldad.”
Leyendo la novela titulada “El Idiota” (de Dostoyevski), entendí que el escritor hace una crítica fuerte y notable, desde sus ideas protomarxistas, a la sociedad aristocrática del siglo XIX; y no pude dejar de comparar su trabajo con el de mi filósofo cristiano favorito, C.S. Lewis, quien desde la doctrina social de la iglesia, hace la misma crítica a la sociedad victoriana inglesa, por ser excesivamente mojigata en sus maneras, pero ser podrida en su corazón. Y una vez hecha la comparación, no pude evitar preguntarme: ¿Y quién critica la sociedad actual?
Cuando veo noticias como la del inicio, me hago convicto de la idea que demuestra que nuestro problema es haber alejado a Dios de nuestras vidas. Cuando un Sacerdote o Pastor abusa de un niño, tanto como cuando lo hace un abogado, doctor, artista o albañil, la raíz del mal parece inalterable: ¡Nuestra cultura está fomentando la enajenación mental y corporal, la mala educación, y la desacralización del sexo; por lo que estos casos encolerizantes, son solo síntomas que descubren al inesperado engendro de horripilante deformidad que ha invadido a la cultura!
Buscan el bien, pero no lo encuentran; porque han decidido olvidar al que es la fuente de todo bien.
Lo desopilante es que nuestra sociedad aborrece a unos pocos por ser religiosos y por pregonar, en contra de la lujuria, la borrachera, la mentira, la avaricia y la maldad. Pero también aborrecen a los que hacen exactamente aquello contra lo que se predica ¿No es esquizofrenia? ¡Aborrecen a ambos!
¡Por eso, han perdido la confianza en la gente, en las instituciones y en sí mismos! Y lo que es peor, pareciera que a algunos, ¡ya ni siquiera les interesa razonar! ¿A dónde nos va a llevar esta loca forma de pensar? Es mejor descubrir a la cizaña entre el trigo que solo tener cizaña y no sorprenderse de la mala cosecha, ¿No es así como actuamos hoy? La gente asesina y es algo común. Ya no nos sorprende. “Pasa todos los días” —decimos— Y solo sentimos dolor cuando el daño del mal nos salpica en nuestra propia cara.
Pero todo comenzó en lo que permitimos al principio como algo inocuo: entretenimiento y diversión; que paulatinamente fue convirtiéndose en un libertinaje que al inicio era agradable, pero que terminó en pozos interminables de asquerosidad y de desastroso dolor como el causó este caso. ¡Pero toda esta condenación es resultado de alejarse adrede de Dios!
Jesús dijo: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Juan 3:19-21 RVR1960)
Y en esta veraz sentencia del hijo de Dios no solo se define la causa del mal –El alejarse de la luz, por amar el mal representado en las tinieblas- sino también lo que lo puede curar: Venir a la luz, aunque eso represente dejar expuestas ante Él, que es la luz, las obras malas que son producto del engendro tenebroso que hemos permitido que domine nuestros perversos corazones.
La solución es permitir que la luz infalible de la palabra divina, reprenda nuestras obras malas; y someternos al escrutinio de la verdad que puede sanar nuestros corazones. Y la ley de Dios, que es perfecta y tiene la capacidad de convertir el alma, en conjunto con “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7 NVI)
El cambio en la cultura ameritará un cambio en los pensamientos. Pero cambiar los pensamientos ameritará ser reprendido y corregido por los principios morales que conforman la bendita palabra de Dios.
Elvis Russo
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