El valor de un amigo
- Héctor J. Colombo
- 7 mar 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2021

Hallar un amigo verdadero en cualquier época de la vida es como hallar una mina, y representa un tesoro invaluable. El valor de una amistad se mide a través del afecto personal, puro y desinteresado, que se comparte con otra persona, y se fortalece con el trato diario. El sabio Salomón dijo: “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”. (Proverbios 17:17)
La historia de Israel narrada por Samuel, relata el nacimiento de una amistad entrañable, entre David y Jonatán. Luego de la victoria de David sobre Goliat, “El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte”. (1 Samuel 18:1-4).
David ve a Jonatán como un querido “hermano” y estimó su amistad como un bien preciado y “dulce”. Una persona nacida de nuevo sabe que disfrutar de la comunión con otros hermanos en la fe, es de las cosas más hermosas en esta vida. El mismo David lo expresa en uno de sus salmos cuando dice: “Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía” (Salmo 133:1).
La amistad entre estos dos hombres de Dios, inició a través de experimentar un vínculo divino por ser de un mismo espíritu, y se vio fortalecida mediante el pacto que hicieron delante de Dios. Esta hermosa historia de amor fraterno nos ofrece valiosas enseñanzas que podemos aplicar y fomentar en nuestras preciosas relaciones de amistad.
Un verdadero amigo no da lugar en su corazón a la envidia ni al resentimiento. Jonatán siendo un valiente guerrero y además hijo del rey Saúl en ningún momento sintió celos ni envidia de David, cuando este entró como vencedor, con la cabeza de Goliat en su mano, para ser recibido y honrado por su padre y todo el pueblo. Jonatán se sumó a los que le recibieron con honores, ofreciéndole además, su más sincera amistad.
Un verdadero amigo comparte todo lo que tiene. Desde el mismo momento en que la amistad entre David y Jonatán se selló con un pacto, este último “Se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su cinturón” (1 Samuel 18:4). La amistad verdadera comparte de manera desinteresada todo lo que se tiene.
Un verdadero amigo es capaz de arriesgar su propia vida para honrar la amistad. Jonatán estuvo dispuesto a enfrentar a su propio padre, con tal de evitar que se cometiera una injusticia. Cuando el rey Saúl intentó matar a David, Jonatán le advirtió a su amigo diciéndole: “Saúl mi padre procura matarte” (1 Samuel 19:1). A ojos de cualquiera, Jonatán estaba traicionando a su rey, pero él se atrevió a correr este riesgo, porque honraba la amistad con David.
Un verdadero amigo siempre cumple sus promesas. Una vez que Saúl y Jonatán murieron, David quedó entronado como rey de Israel. Y estando en esta posición, se aseguró de no olvidar el pacto que hizo con Jonatán, por esa razón buscó para ver si quedaba algún descendiente de Saúl, al que mostrar misericordia, honrando la amistad con Jonatán. Encontró a Mefi-boset, hijo de Jonatán, quien estaba lisiado y caído en desgracia. Pero David restauró sus derechos reales, le devolvió todas las tierras de Saúl y le dio acceso a la mesa del rey, todo para cumplir las promesas, que mediante un pacto, le hiciera en vida a su amigo.
Un verdadero amigo, está dispuesto a dar su vida en amistad. Aunque David y Jonatán son un gran ejemplo de amistad en la Biblia, hay un prototipo que los supera. Se trata del modelo de amistad por excelencia de todos los tiempos: Jesús, el hijo de Dios, el que murió en la cruz como muestra de su amor, y estuvo dispuesto a dar su vida, para salvar y reconciliar a la humanidad con Dios. Jesús murió en lugar del hombre pecador, porque Él quería demostrar que es un verdadero amigo. La manifestación de amor más grande que alguien puede mostrar sobre la tierra, es la disposición de dar la vida por sus amigos. Jesús lo hizo por ti, por mí, y por todos, porque Él desea que seamos sus amigos. (Juan 15:13).
Héctor Colombo
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