Tus pensamientos, convicciones y creencias influyen grandemente en tus decisiones, incluso, llegan a ser determinantes para tu futuro. Por eso, quiero que te preguntes: ¿En qué estás creyendo? ¿Cuáles son tus pensamientos? ¿Qué pasa por tu cabeza frecuentemente?
Lo que ves, lo que escuchas, lo que lees, incluso las personas con quienes te relacionas van alimentando tus creencias y convicciones, y esa es la razón por la que Dios está tan interesado en que cuides lo que entra en tu mente.
Cuando te expones constantemente a palabras desesperanzadoras, de queja o pensamientos pesimistas es muy probable que se vuelvan parte de lo que crees y de tu perspectiva de vida.
Es en ese momento en el que el miedo, la duda y la queja empiezan a ser parte de tu rutina; tus acciones se basan en eso que estás creyendo. Y es que el miedo te predispone y te anticipa a algo que ni siquiera ha sucedido.
Lo que empezó siendo algo pequeño o simple, es hoy tu mayor gigante, no porque lo sea, sino porque le has dado tanto poder, lo has expandido tanto que crees que no lo puedes controlar. Tus pensamientos ahora te están paralizando y no puedes acostumbrarte a vivir así.
Yo sé que probablemente has tenido momentos difíciles, tal vez las cosas no han salido como esperabas, perdiste algo o a alguien ¡y así es muy difícil creer! Pero si te centras en esos pensamientos negativos de derrota y de fracaso, será más complejo salir de ahí; porque aquello en lo que te enfocas se expande, sea bueno, o sea malo.
Y quiero preguntarte nuevamente ¿en qué estás invirtiendo tus pensamientos? ¿Hacia dónde ven tus ojos? ¿Qué estás escuchando una y otra vez? ¿Qué recuerdos vienen constantemente? ¿Eso te construye o te destruye?
Dios nos ha dado en la Biblia un filtro para cuidar nuestros pensamientos, el apóstol Pablo deja un mensaje claro sobre cómo hacerlo “Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza”. Filipenses 4:8 NTV
Basado en esto, decide en qué te quieres enfocar y concentrar hoy, ¿en el problema o en las oportunidades que pueden surgir de allí? ¿En el dolor o en las lecciones? ¿En la queja o en el agradecimiento?
No mires más las experiencias pasadas, enfócate en lo que está por venir y haz que tu visión se expanda; expande el amor, expande la gratitud, expande tus sueños, tus gustos y lo que te apasiona.
Toma el tiempo para analizar tus pensamientos cada día, y si es necesario, toma nota de eso que estás creyendo y que no se parece en nada a lo que dice Filipenses 4:8, y luego, reemplázalo por las verdades que el Señor te ha dicho.
Por ejemplo, si hoy estás creyendo que no hay algún talento en ti, o que por más que estudies, trabajes y te esfuerces eso nunca será suficiente, recuerda que Dios te ha dicho que Él proveerá, que Él está contigo, que Él te capacita. Así que acércate a Dios y a Su Palabra, Él cambiará tu perspectiva.
Cree en las promesas de Dios, cree en quién es Él, cree lo que Dios dice de ti. Cambia los pensamientos de fracaso, de temor y de duda, por pensamientos de paz, de esperanza, de crecimiento y de fe.
Es hora de romper con eso que has creído por años y que te ha impedido vivir a plenitud. Hay un futuro brillante para ti ¡créelo y vívelo! Yo sé que creer requiere esfuerzo, pero Dios está contigo, así que dale con valentía ¡es tiempo de enfocarte en lo que SÍ vale la pena!
Serie: Cree y Crea
Autor: María Fernanda Quintero
Diseño: Desiree Tarrío
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