“Hice de todo” - Testimonio de Vida.
Hoy hacen 2 años de una meta cumplida… Culminé con satisfacción la carrera de Consultoría Psicológica. Se siente muy bien; sobre todo porque antes de eso, y durante 25 años, pasaron muchas cosas...
Limpié casas, cuidé niños y ancianos, fui vendedora ambulante, cocinera, cadeta (persona que hace de todo en una oficina), hice filas para otros, estuve encargada de un edificio como conserje, me desempeñé como acompañante terapéutica, vendí en La Salada, también fui vendedora de una fábrica de pastas, empleada de un restorán, me mantuve mucho tiempo vendiendo en ferias… y tantas cosas más que no he olvidado.
Con apenas 16 años tuve que salir a trabajar como doméstica, y a vivir en las mismas casas que limpiaba; me tocó sufrir maltrato laboral y sin poder renunciar porque no tenía donde estar.
Pasé noches enteras extrañando mi vida, mi casa y mi familia. Me vi en apuros varias veces y llegué a estar en muchas ocasiones con mis maletas en la calle sin saber dónde dormiría ese día. Fue demasiado para una joven que solo deseaba triunfar y ser feliz.
Fueron días grises llenos de amargura e incomprensión, me sentía como David en sus peores momentos, con una enorme soledad, y sin un lugar donde refugiarme. Podía decirle a Dios como un reclamo:
“Mira a mi derecha, y ve: nadie me tiende la mano. No tengo donde refugiarme; por mi nadie se preocupa” Salmos 142:4
¿Conoces la historia de José? Pues yo soy su versión femenina. Desde pequeña estaba proyectada a triunfar, era reconocida en mi familia, destacada en el colegio, tenía el potencial suficiente para arrollar.
Nunca pensé que a los 15 años me tocaría dejar el colegio, (soñaba con alcanzar 2 títulos antes de cumplir los 25 años), y resulta que a los 25 seguía estudiando, pero el último año de secundario, de noche, y con mi bebé recién nacida.
Lloré por años al no poder realizarme en lo que quería, sentí vergüenza por hacer tareas "menos interesantes" sin darme cuenta que en esa apreciación subyacía una creencia errónea acerca del valor de las personas.
Durante todo este proceso descubrí el gran orgullo que habitaba en mí, la autosuficiencia instalada en mis hábitos, lo mucho que me interesaban las apariencias, y lo poco auténtica que era. Pero lo más lamentable es que nunca llegué a pensar que Dios pudiera tener un plan de superación para mi vida. Ignoraba que Él decía:
“Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” (Jeremías 29:11)
Pero cuando conocí a Dios, entendí que mi valor está escondido en Él, en el sacrificio de Jesús en la cruz, en su misericordia de cada mañana, y también comprendí que mi debilidad es el lugar perfecto para sentirme fuerte.
Se me hizo claro que no soy lo que hago, que no me definen mis títulos ni me identifican mis habilidades, porque finalmente todo esto se quedará acá, mientras yo trascenderé un día más allá de las galaxias.
Cuando sentí el calor de su amor, comprendí que soy hija de Dios, hija del creador omnipotente, y como tal, soy amada y aceptada antes de ser lo que fui y también antes de llegar a ser lo que seré.
Hoy tengo un oficio y una profesión, me considero exitosa en lo que hago, tengo muchísimo trabajo, manejo diestramente mis horarios para que me alcance el día, y tengo el placer de ver avances todo el tiempo en las personas que atiendo, a causa de una vasta experiencia de frustraciones que me hace sumamente empática con ellos.
No olvido nada de lo vivido. Esa ha sido mi riqueza en el camino y siempre agradeceré al cielo mis más terribles experiencias.
Me lanzo al futuro con presteza, y estoy enfocada en alcanzar mis sueños y metas; ¿Recuerdan lo que quería lograr antes de los 25? Pues me estoy extendiendo para lograr mi segundo título.
Puedo decirle a la vida y a los problemas lo que José expresó a sus hermanos después de superarse: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.” Génesis 50:20
Todo eso forma parte de mi experiencia… son los pedazos de mi vida que vinieron a formar la pieza de arte que soy en el presente.
Y como entiendo que es posible que te identifiques con mi historia, me gustaría preguntarte: ¿Qué ideal se desarmó en tu vida? ¿Cuáles son los pedazos de tu corazón que se están cayendo hoy?
Me gustaría saber… Comenta, ¿Cuál es tu historia?
Pamela Amador Fuentes
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. de Diseño: Marco Gentile
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