Serie: El Sentido de la Navidad
Día 1: Jesús ¿Presente o ausente?
Hace unos pocos días, estaba meditando en la presencia de Jesús en mi vida. Me sentía realmente sola, recuerdo que literalmente le pedía al Señor que me abrazara para que ese sentimiento se fuera, y para sentirme segura.
-Quiero un abrazo- decía para mis adentros, pero no hubo tal abrazo, sin embargo lo que se manifestó fue algo que me hizo ser fuerte para los días duros que me estaban sobreviniendo, la fe. Terminaba diciéndome: -Realmente lo que necesito es creer
C. S Lewis en su libro “Mero Cristianismo” decía sobre la Esperanza, que el cristiano se vuelve “inútil” para las cosas terrenales porque entiende que son solo copias de las cosas celestiales, las cuales son, al final, las más transcendentales en nuestra vida, y se centra tanto en ellas que ve obsoletas a las terrenales.
En pocas palabras, cuando entendemos el valor del Reino de los Cielos, nos volvemos independientes de las cosas materiales a las que hace un tiempo estábamos acostumbrados.
Esto cobra importancia cuando reflexionamos acerca de la navidad: Hay toda una manifestación visible de fiesta, derroche y celebración, pero surge la pregunta: En medio de todo ese ambiente, ¿Estará Cristo presente?
Cristo nos asegura su presencia “hasta el fin del mundo”, y debemos entenderlo no como algo perceptible materialmente, sino con la convicción de que el Reino de los Cielos nace, crece y se fortalece en nosotros todos los días.
Cada vez que preferimos arrepentirnos en vez de amar las tinieblas, Cristo, y su reino hacen acto de presencia redarguyendo nuestra esencia para erradicar el mal; Él está presente, trabajando para la constante transformación de nuestro ser, aunque no podamos palparlo físicamente.
Existe la probable sutileza de llegar a pensar que la Navidad sólo es fiesta, regalos materiales, estrenos, pintar la casa, poner el arbolito, y algunas tradiciones más. Pero aunque esto sea parte de nuestra cultura y hacerlo con moderación no esté mal, pensar de este modo acerca de la navidad, es reducir al mínimo lo que ella en realidad significa.
Aun cuando profesemos saber que la Navidad es el nacimiento del Mesías, el Salvador del mundo, podemos cometer el error de juzgar este asunto sólo como un hecho que tuvo lugar hace más de 2000 años. Pero quedarnos en esa sola perspectiva, es quedarnos cortos.
En la navidad, más que conmemorar un hecho histórico, el natalicio del Mesías, celebramos que Jesús, y el Reino de los cielos, vinieron a hacer presencia poderosamente en la tierra.
La presencia de Jesús ciertamente trasciende a la navidad, y a las celebraciones que podamos hacer. Y su manifestación puede romper incluso las leyes terrenales, las leyes del tiempo, del espacio o de la materia. Pero este tiempo se puede usar para manifestar esa presencia de una manera más palpable.
Podemos convertir nuestras celebraciones navideñas en un tiempo para mostrar el amor que Jesús tiene por la gente, y en vez de conformarnos con materializar una tradición, podemos ocuparnos más en manifestar ese amor divino, que se derramó sobre la tierra desde el día que Jesús nació.
Hagamos presente a Jesús en la vida de otros, mediante los abrazos que prodiguemos y los regalos que demos. Que cada detalle de la navidad, más allá de buscar seguir una tradición, tenga el sentido de mostrar la presencia de Jesús a una nueva generación.
Si hacemos esto, quizá saciemos la fe de mucha gente que se sienta sola, y que en silencio- como yo en su momento- le pide a Jesús su abrazo.
En esta navidad, seamos los brazos de Jesús para abrazar con su presencia a los que se sienten solos, tristes y desamparados. Hagamos palpable a Jesús para la gente, siendo canales que erradiquen con hechos tangibles, su aparente ausencia.
Jenifer Pérez
Serie: El sentido de la Navidad
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. de Diseño: Desiree Tarrio
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