¿Te has sentido incompleto alguna vez? ¿Has tenido la sensación de que te falta algo, pero al mismo tiempo sientes que estás lleno de todo lo que no quieres en tu vida? La mayoría de los seres humanos alguna vez ha experimentado este tipo de “insuficiencia” pero hoy te decimos una verdad: La Presencia de Dios es suficiente para ti.
Para Dios no es desconocida esa lucha interna con la que lidias cotidianamente. Aunque haya cosas inacabadas en tu vida, relaciones fallidas, negocios fracasados, ilusiones rotas o cualquier cosa que huela a “fracaso” no significa que estés incompleto o seas insuficiente. Todo esto que mencionaba anteriormente está en el lado externo de tu existencia, aunque de una forma u otra afecta tu interior. ¿Qué quiero decir con esto? Que, aunque todo esto sea real, duela y afecte tu vida de una dura forma, está dentro de ti la capacidad de decidir cómo reaccionarás ante esa pérdida, fracaso, falla o como quieras llamarle.
Esa capacidad de enfrentar una situación determinada va a estar relacionada con la manera en la cual nos vemos a nosotros mismos, a nuestra autoestima y nuestra historia de vida. Todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra existencia nos va a empujar hacia abajo, al precipicio de la autocompasión, o arriba, hacia la montaña del reto y el logro. Por eso es tan importante conocernos a nosotros mismos, evaluar nuestra identidad y saber con qué herramientas emocionales contamos para enfrentar la vida y los retos diarios.
Sabemos también que Dios nos dice que: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? (Jeremías 17:9 NTV). ¿Qué significa esto? Que sólo Dios puede ayudarnos en el proceso de identificar aquello que nos daña y nos impide ser quién él quiso que seamos. Cuando le negamos a Dios la oportunidad de hacer un cambio en nuestras vidas nos engañamos a nosotros mismos pensando que podemos cambiar solos o que no hay nada malo en nosotros. Definitivamente el corazón humano es engañoso.
Dios, como tu Creador, es quien conoce verdaderamente tu valor. Su amor por ti es tan grande que fue capaz de venir en la persona de Cristo a dar su vida en rescate por ti y darte la oportunidad de ser su hijo, de ser reconciliado con él. Aunque para ti no hay un precio que pagar por la salvación, a Dios le costó mucho: Su propia vida.
Entonces ¿cómo puedes conocerte a ti mismo de la manera correcta? ¿Cómo entender que eres suficiente de acuerdo a la manera en la que Dios te ve? A continuación, veremos algunos aspectos de dos personajes bíblicos que experimentaron tiempos rudos y pudieron entender esta verdad que vale también para ti: La presencia de Dios es suficiente.
Moisés
Luego que Dios sacó de Egipto al pueblo de Israel, le dio a Moisés la siguiente orden: “Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré, y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino. (Éxodo 33:1-3 RVR1960).
Dios le dijo a Moisés, vayan a la tierra que dije que les daría, y les permitiré echar de allí a sus enemigos, pero yo no los acompañaré. Ustedes son muy tercos (eso es ser duros de cerviz) y son incapaces de escucharme y obedecer a lo que les mando. Así que tendrán que asumir las consecuencias de vivir alejados de mí y de desobedecer mis mandatos.
Pero Moisés, entendiendo la magnitud de esa decisión no quiso seguir sin antes asegurarse que Dios estaría con ellos: “Y él (Dios) dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. “Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” Éxodo 33-14-15. Es decir, no importa si me pierdo de esa tierra que fluye leche y miel, que tiene abundancia y miles de oportunidades, pero si tú no estás en mi vida, todo eso no vale el esfuerzo. El mundo en el cual nos movemos es un mundo caído, sumergido en el pecado y nos guste o no siempre habrá luchas, problemas y dificultades, pero hay una gran diferencia entre enfrentar todo eso solo con tus propias fuerzas, a enfrentarlo con Dios de tu lado. Moisés también entendió eso, que Dios hacía una diferencia entre quienes son parte de su pueblo y quienes no lo son: “¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Éxodo 33:15 (RVR1960)”
Moisés entendió esta verdad de Dios: Su Presencia es suficiente. Él lo experimentó en su vida y en la del pueblo de Israel, ¿Lo has experimentado tú también?
José
El penúltimo hijo de Jacob el patriarca, nos muestra lo que es una vida llena de dificultades y penurias. José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, fue encarcelado injustamente y olvidado durante muchos años en esa cárcel, pero la Palabra de Dios nos afirma varias veces que:
● Génesis 39:2-3 RVR1960: “Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.
● Génesis 39:21 RVR1960: “Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel”.
● Génesis 39:23 RVR1960: No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.
Creo que no hace falta decir que José no estaba en una oficina como Director General, en un ambiente lujoso y cómodo sino todo lo contrario: Era un esclavo que luego fue puesto en la cárcel de manera injusta. Pero Dios estaba con él. He allí la gran diferencia. José pudo disfrutar y entender en medio de sus conflictos y dificultades la misma verdad acerca de Dios: Su Presencia es suficiente. Luego, Dios le honró al liberarlo de la cárcel y darle una posición de honor.
Desconozco cuál es tu lucha, tu problema, tu dificultad, pero puedo compartir contigo la misma verdad que ellos entendieron acerca de Dios: Su Presencia es suficiente.
Puedes seguir solo, luchando con lo que la vida te lanza, sintiéndote insuficiente e incompleto o puedes asirte de la fuerza infinita de un Dios todopoderoso, omnisciente y eterno para llevar tu vida a un nuevo nivel aun en medio de las dificultades. Así como Moisés y José decidieron vivir sus vidas en sujeción a la Presencia de Dios, te invito hoy a rendir tu corazón a Cristo y recibirlo como tu Señor y Salvador. Su Presencia es suficiente para ti y marcará la diferencia.
Beverly Guevara
Bogotá, Colombia
Diseño: REDACTRÓNICA
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