Pasiones Juveniles
Capítulo 2: Las tentaciones
“… Tal como todos los cuerpos obedecen a la ley de gravedad, y los organismos a las leyes biológicas, la criatura llamada hombre también tenía su ley. Pero con esta gran diferencia: que un cuerpo no podía elegir si obedecer la ley de gravedad o no hacerlo; en cambio, un hombre podía elegir ya sea obedecer la Ley de la Naturaleza Humana, o desobedecerla.” (C.S Lewis, Mero Cristianismo)
En materia de tentaciones, aquí nadie se escapa. Según la biblia, todo ser humano tiene una conciencia, a lo que Lewis llama “Ley Natural”, que viene siendo la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Pero como la Escritura no esconde los pecados de nadie, dice de esta manera:
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…” (Romanos 2:14-15, RV60)
Podemos entender que hay una conciencia que nos indica el bien y el mal, sin embargo, también yace en nosotros otra capacidad, y es la voluntad; que es el poder de decidir entre estas dos opciones. De esta manera, cualquier ser humano no sólo puede distinguir el bien y el mal, sino que puede decidir sobre uno de ellos según la motivación que gobierne su corazón.
Muchos esperan erróneamente que el siervo de Dios sea perfecto, pero hay que tener en cuenta que somos humanos. Esto no justifica nuestro pecado, pero sí nos sirve para reconocernos, y para que el Espíritu Santo incline la balanza a favor del bien.
Me ha tocado ver cómo una joven pareja cristiana llegaron a ser padres a temprana edad y fuera del matrimonio, justo porque no reconocieron su debilidad cuando ésta se presentó. La tentación nació entre ellos y la subestimaron.
¿Y acaso eso no nos pasa a todos en algún área de nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a asumir las consecuencias de los actos que se nos salgan de las manos?
En el momento en que nos dejamos llevar por el deseo, no razonamos debidamente… Y no es hasta después que pecamos, que empieza a sonar ese grillito de pinocho, del que habla Lewis, que nos dice “¿Qué hiciste?”.
Los embarazos a temprana edad no son algo que se pueda ocultar, y la vergüenza no sólo es para con el Señor, sino también ante la sociedad. Seamos honestos, nadie quiere pasar por tal oprobio.
Y no podemos negar que Dios levanta al caído, pero debemos poner de nuestra parte, pues voluntariamente estamos dejando de un lado nuestro deseo, para estar con él. Y con esa muestra de nuestro amor… ¿Qué padre no se llena de alegría?
Evaluémonos constantemente. El Espíritu Santo se encargará de corregirnos si le damos espacio en nuestras vidas.
Necesitamos buenos consejos.
Si eres joven, de seguro habrás escuchado un sin fin de opiniones con respecto a tu vida. Pero debes aprender a distinguir a las personas que te hablan con sabiduría y verdad.
Igualmente, los adultos que rodean a los jóvenes deben cuidar lo que siembran en ellos. Dice la biblia “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” (Colosenses 3:21, RV60)
Padres o líderes, nosotros los muchachos, por más tercos que aparentemos ser, necesitamos guía y más si nos encontramos en medio de una tentación. Los consejos que destruyan nuestro ánimo, están de más, porque eso se puede convertir en un empujón hacia el pecado.
Necesitamos que nos hagan reflexionar sobre el camino a escoger. Los consejos pueden traer consigo palabras duras, pero tienen que ser cargadas de verdad, sabiduría, mansedumbre, paciencia y amor.
Necesitamos mensajes edificantes que no nos priven en exceso de vivir nuestra etapa juvenil, pero que sean lo suficientemente potentes como para que nos ayuden a sujetarnos a Dios. Eso sería un buen empujón, pero hacia la santidad.
Joven, si tienes una figura que sea fuente de sabiduría de lo alto, no me queda más que decir… “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.” (Colosenses 3:20, RV60)
Necesitamos de oración enérgica y Palabra de Dios.
“Y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” (Hebreos 12:13, RV60)
Todos reconocemos que tenemos que leer y orar, pero en materia de tentaciones, más allá de un deber, se vuelve necesidad.
Te aseguro que, sin la ayuda de Dios por medio de la oración y su Palabra, yo misma hubiera caído en la tentación de la joven pareja. Y hablando ahora de mi experiencia, era un proceso permitido por Dios para ser estoica ante una debilidad que me picaba como aguijón en la carne y, añado que, seguí el consejo de Pablo quien oró tres veces para que Dios lo quitara de él (ore más que esta cantidad, así de débil soy).
¿Sabes qué hizo Dios conmigo? Me dio algo más grande que un tesoro, más grande que todo el conocimiento del mundo, infinitamente más bello que la galaxia misma…
Me dio Dominio Propio.
Fue allí donde recordé que Cristo fue, es y siempre será mi propósito, y no hay debilidad que iguale el tamaño de su amor. Créeme que no hay nadie mejor que Él, pues llevó todos los pecados del mundo en su espalda, para entenderte y regalarte la mejor salida.
Mañana estaremos hablando de “Dominio propio”, si te interesa, te espero en nuestra web, redes o canales…
Serie: Pasiones Juveniles
Autor: Jennifer Pérez
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. de Diseño: @REDACTRONICA
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