Serie: El sentido de la Navidad
Día 5: Lo que realmente importa
Hay dos formas de revisar el pasado, con añoranza o tristeza. En líneas generales la balanza se inclinará hacia uno u otro lado según la oportunidad que tuviste de vivir una hermosa infancia, o una adolescencia llena de matices interesantes.
Las personas que se encargaron de ti, te mostraron el mundo tal como lo conociste. Por eso los recuerdos que te mantienen ligado a ellas son para toda la vida. Es allí donde la cultura, las costumbres, e incluso las celebraciones de cada región, se meten en nuestro ADN, dependiendo de cómo las hayamos experimentado.
Quien vivió de niño o adolescente una navidades llenas de reuniones en familia, celebraciones y probó –aunque fuera humildemente- la variedad de cosas que en diciembre se estilan… Tendrá un concepto festivo de la navidad. Y para quienes sufrieron en esas fechas grandes carencias, traumas o soledad... Es lógico que sientan algún tipo tristeza, porque tienen raíces de dolor.
No somos tan complicados, nuestra base emotiva influye mucho en nuestros criterios, y con el paso del tiempo construimos los argumentos que nos sirven para justificar si nos gusta o no la navidad.
En cambio, si hablamos de “Natividad” el verdadero término con que se celebró originalmente esta tradición. Estamos suponiendo que la fuente de celebración es el nacimiento del Hijo del Hombre… Jesús… El Cristo. Que vino a este mundo para regalar su vida a cambio de nuestra salvación.
En este sentido, pierde importancia de si el mundo la celebre en Diciembre, marzo o Agosto. Lo que realmente importa es que se recuerde y se honre el hecho de que hay un Salvador.
Santa, el árbol, el pesebre, las luces, los aguinaldos, gorros, fiestas, todas ellas son parte de las tradiciones que cada pueblo realiza. Concentrarse en el valor teológico de una costumbre -como la chicha andina- es perder el tiempo. Son manifestaciones que los pueblos van mezclando en cada época sacándolas de cosas que vieron y les gustaron.
Se trata de una ensalada cultural que ha perdido su significación religiosa y ya pertenecen al acervo de los pueblos, y en esa forma son más que inofensivas.
Ahora, lo que importa es dónde colocas tu corazón. ¿En lo material o lo inmaterial? ¿En el fetiche o la espiritualidad?
Jesús nació, creció y vivió entre nosotros; luego murió y resucitó para que pudiéramos tener una relación directa con Dios. Esa premisa basta para que todos los días estemos llenos de gozo, y si en una época determinada del año, Jesús es honrado, no veo por qué no alegrarnos con el resto…
Baso mi argumento en un momento de la historia cuando Juan, discípulo de Jesús, le dijo que unos desconocidos estaban haciendo milagros en su nombre, pero que no los seguían, y por eso se los habían prohibido…
A lo cual Jesús respondió: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. (Marcos 9:38:40)
¿Qué lograremos los cristianos discutiendo la fecha exacta del nacimiento de Jesús, o cuales son los adornos históricamente correctos para honrarle? Sabemos que la transculturación es una realidad que permea a todos los pueblos, incluso la nación de Israel aprendió muchísimo de todas las tierras en que fue forastera, y hasta el día de hoy ese aprendizaje le ha valido un puesto entre las potencias mundiales.
Debemos evitar a toda costa distraernos de lo que realmente importa. Las cosas superficiales, sin la ayuda de la convicción no aportan nada al espíritu. Recordemos que cuando Jesús vino, muchos se distrajeron discutiendo si lo que decía era teológicamente correcto, y le restaban importancia a la gloria que en Él se manifestaba.
La Navidad de una casa cristiana no tiene por qué ser triste y opaca, porque la vida de un cristiano debe estar llena de gozo y esperanza. Recordemos que una fiesta no es sinónimo de estar ebrios y entregados al libertinaje.
David danzaba, era músico, poeta. Salomón entonaba bellas canciones de amor… Si hay algo que aparece en la Biblia son las “Fiestas Solemnes” que se celebraban varias veces al año. La pregunta es: ¿Se mantienen esas fiestas en su forma original? ¿Sería correcto decir que en cada tiempo y cada cultura las festividades tienen una forma particular?
Si Cristo es el centro de la celebración, no habrá de qué preocuparnos, porque quien tiene a Cristo en el corazón, sabe qué cosas puede hacer y cuáles no le convienen.
Aprovecha el día de hoy para abrazar a quien tienes tiempo sin hacerlo, o decirle unas palabras de cariño a esa persona que te importa. Sigue el mandamiento de Jesús: Ama a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo…
Marco Gentile
Serie: El sentido de la Navidad
Dpto. de Redacción NotiCristo
Dpto. de Diseño: Desiree Tarrio
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