Cuando hablamos de relaciones de cualquier tipo, una frase que se vuelve común es: “fulano o fulana no quiere cambiar”. Podría asegurar que en muchas ocasiones, has intentado cambiar la manera de ser o de ver la vida de alguien cercano a ti.
Obviamente esa tarea, más que difícil, resulta imposible, porque incluso Dios, para obrar Su proceso de transformación, prefiere la aceptación del hombre de su necesidad de cambio.
Entonces, ¿Qué puedes hacer en medio de una relación problemática y dónde la otra persona no quiere cambiar? A continuación te mostraré algunas ideas que te pueden ayudar:
Examina primero tu actitud
Algunos especialistas de la conducta piensan que si hay algo que te molesta de otra persona es porque esa característica también está presente en ti. Es una especie de espejo en el cual te reflejas aunque no lo percibas de forma consciente.
Es por ello que antes de intentar cambiar ciertas conductas en otras personas, revísate primero. Lo que te hace sentir mal de otros tiene más relación contigo mismo que con ellos.
Por ejemplo, si encuentras que alguien no quiere cambiar la manera de tratarte, haciéndote sentir mal por algo relacionado a tu aspecto físico, tus logros personales o alguna otra área importante para ti, si tú estás seguro de quién eres y hacia dónde vas eso no te hará mella.
Pero si dudas de ti mismo, si estás inseguro de lo que eres, entonces esas opiniones te afectarán negativamente.
Antes de intentar cambiar a otros, ¿has intentado conocerte a ti mismo e identificar las áreas que son susceptibles de transformación?
Busca a personas de confianza que puedan ayudarlos a ambos
En cada conflicto o diferencia, SIEMPRE hay dos partes involucradas. Si hay sólo una persona difícil entonces el conflicto no existe. Por esa razón, un método útil para llegar a un acuerdo, es recurrir a un tercero que medie entre los dos.
Siempre habrá alguna otra persona que sea cercana a ti y que también goce de la confianza de esa persona que no quiere cambiar, que pueda hacer de intermediario, mediador, o una especie de diplomático entre ambos.
Pero debes asegurarte que esa persona sea sabia y neutral, para que pueda ver los dos lados del asunto de forma objetiva.
Una vez que ese mediador hable con ambas partes, podrá ayudarlos a encontrar puntos en común que ayuden a establecer puentes de comunicación y entendimiento donde ambos se beneficien.
Mira lo que dice el sabio Salomón:
“El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.” Proverbios 13:10.
Respeta las diferencias
Una manera sencilla de estropear relaciones es pretender imponer tu punto de vista a otros. Cuando quieres cincelar a otros a tu imagen y semejanza, como si fueran una escultura que tú moldeas, estás intentando ocupar el lugar de Dios.
Pero como te decía con anterioridad, hasta Dios nos da la libertad de escoger si queremos cambiar o no. Para que Él pueda transformarnos necesitamos estar dispuestos a ceder y reconocer nuestra necesidad de su intervención Divina.
Dios como nuestro Creador, sí tiene la capacidad de saber a la perfección cuáles son las áreas que necesitan ser cambiadas.
Cada ser humano tiene consigo una historia de vida, un entorno, principios, valores y costumbres que lo hacen un ser único.
Quizá la forma de ser de esa otra persona sea muy distinta a la tuya. Debes tener presente que incluso entre hermanos educados bajo el mismo esquema de crianza se da la diversidad de criterios y puntos de vista.
Para nosotros lo importante debería ser encontrar las áreas comunes y aprender a hacer concesiones que faciliten la relación. Hacer lo contrario es rechazar el consejo del libro de Proverbios:
“Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión.” Proverbios 18:2
A veces es necesario dejar ir
Cuando ya intentaste todo lo anterior: te examinaste a ti mismo, hiciste concesiones razonables, buscaste ayuda; y a pesar de todo te das cuenta que la persona no quiere cambiar su actitud negativa, lo más sano es dejarla ir.
No está en tu poder cambiarla. Ya que si la persona no ve la necesidad de hacerlo, o simplemente no quiere hacerlo, no habrá nada que la haga cambiar. Si intentas coaccionarlo no te funcionará, y en caso de que funcione, se generará un resentimiento profundo hacia ti. La sabiduría sagrada dice:
“No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará.” Proverbios 9:8
Nunca permitas el abuso
En un intento por salvar una relación, conservar un empleo o evitar daños mayores, se puede caer en el error de permitir el abuso por parte de la persona que no quiere cambiar. Bien sea emocional, físico, laboral, o de cualquier otro tipo.
En esos casos es necesario alejarse inmediatamente y buscar ayuda profesional. Incluso habrá casos donde quizá haya que acudir a las autoridades competentes para establecer límites de seguridad personal.
Dios nos ha hecho valiosos. Fuimos creados por Él de una manera singular y por eso nos ve como una obra maestra. Así lo afirma el salmista en el Salmo 139:14 “Te alabo porque soy una creación admirable”.
Tanto nos valora y ama Dios que en la persona de Cristo, dio su vida en sacrificio para redimirnos de la condenación eterna.
No lo olvides, como ser humano tienes un valor muy especial para Dios. Por eso no puedes permitir que nadie abuse de ti. Permitirlo, sería menospreciar tu sagrado valor.
De modo que si una persona no quiere cambiar, no intentes imponerle nada. Enfócate en cambiarte a ti mismo, respetando las diferencias entre ambos. Si buscas ayuda y ni siquiera eso funciona, simplemente déjalo ir, pero no aceptes nunca el abuso sobre tu persona, tan solo para mantener una relación.
Autor: Beverly Guevara
Diseño: @REDACTRONICA
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