Dios quería que Israel reposara de sus afanes de Egipto, Él quería darles alivio y enseñarles a disfrutar en su amor. Hablarles de la tierra prometida, era hablarles de una tierra de sosiego, donde había libertad, por eso la promesa para Israel más que la tierra, era el reposo.
Dios quería que ellos entraran en su reposo, el que inició el día séptimo de la creación, cuando todo estuvo terminado. Todo lo creado era bueno en gran manera, por eso Dios descansó. Pero cuando Adán y Eva pecaron, se salieron del reposo divino.
El pecado trajo como consecuencia la maldición del dolor, y también la posibilidad de ser sometido por otro ser humano. También acarreó la maldición de la tierra. Y eso produjo afán en el trabajo, preocupación y sufrimiento para obtener la provisión, dolor para alcanzar sustento.
En Egipto, Israel experimentó toda la crueldad y el dolor de la maldición del pecado. La esclavitud humana tiene el poder de revelar los peores instintos del hombre, y de traer los peores sufrimientos a la raza de Adán. Ellos estaban trabajados y cargados, bajo la opresión de un amo cruel y despiadado.
Egipto representa al sistema del mundo, que oprime bajo un conjunto de creencias equivocadas y egoístas a los hijos de Adán. El mundo de hoy subyuga con ideas humanas, que son contrarias al diseño divino. Las leyes antidios, marcan la pauta del “progreso”, y el egoísmo y las ansias de poder, signan la conducta y las actitudes de todos aquellos que siguen la carrera competitiva del sistema del mundo que rige bajo la dureza de regímenes económicos, políticos y sociales, que generan pobreza y frustración, miseria y enfermedad, soledad y tristeza.
Pero Dios está interesado en traer libertad de la esclavitud. Dios quiere que salgamos de la opresión del hombre por el hombre, y de la corrupción de un sistema que explota y desangra, a la libertad de Su Reposo. Por eso levantó a Moisés en Egipto, para llevar a Israel a la tierra prometida. Pero lamentablemente, aunque salieron de Egipto, no salieron de la esclavitud. Aunque salieron del trabajo afanoso, no entraron en el reposo. Dios dijo de ellos: “Me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo”. (Hebreos 3:9-11).
Dios se enojó contra la generación que salió de Egipto, porque queriendo seguir sus propias normas, se negaron a conocer los caminos de Dios. Él juró que no entrarían en Su Reposo, a causa de la incredulidad que les impedía recibir por Gracia el descanso que anhelaba darles. Ellos se empecinaron en mantenerse en esclavitud, atados a la idea de ser independientes de Dios, para vivir a cuenta de sus propios esfuerzos. Y eso les impidió entrar en el reposo Divino.
Los mismos afanes y ansiedades de los hebreos, arropan nuestros corazones hoy también. Pero Jesús dijo: No se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿Qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy. (Mateo 6:31-34 NTV)
De modo que el reposo divino, consiste en vivir confiados en Dios para el día de hoy. Mantener la mente en el mañana, producirá ansiosa inquietud. Pensar demasiado en lo que nos falta, producirá afán y trabajo. En cambio, confiar en que Dios nos dará hoy, todo lo que necesitamos, eso es entrar en Su Reposo. Sus ideas fluyendo en nosotros, nos darán salida para nuestros problemas, y creer en el sustento de Su Gracia, traerá el descanso para nuestras almas.
Pr. David Parra
Departamento de Redacción NotiCristo.
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