Serie: Cómo Agradar a Dios
Capítulo 4: Respétalo y hónralo
Alejandro Magno, uno de los más grandes generales militares que haya vivido, conquistó casi todo el mundo conocido con su poderoso ejército. Una noche durante una campaña, Alejandro no podía dormir y salió de su tienda para caminar alrededor del campamento.
Mientras caminaba se encontró a un soldado dormido cuando estaba de guardia, algo bastante grave. La pena por quedarse dormido mientras uno estaba de guardia era, en algunos casos, la muerte instantánea. El soldado empezó a despertarse a medida que Alejandro Magno se le acercaba. Reconociendo quién era el que estaba frente de él, el joven temió por su vida.
¿Sabes tú cuál es el castigo por quedarse dormido mientras se está de guardia?, —le preguntó Alejandro Magno al soldado—. Sí, señor, —respondió el soldado con una voz temerosa. Soldado, ¿cuál es tu nombre?, —demandó Alejandro Magno—. Alejandro, señor. Alejandro Magno repitió la pregunta: ¿Cuál es tu nombre? Mi nombre es Alejandro, señor, —repitió el soldado. Entonces Alejandro Magno miró al soldado, directamente a los ojos. «Soldado», —dijo con intensidad—, o te cambias el nombre o cambias tu conducta.
¡Fieles a lo que somos!
El salmista hizo el siguiente planteamiento: “Si pertenecen al Señor, reveréncienlo; porque todo el que así procede tiene cuanto necesita.” (Salmo 34:9 NBV) y el apóstol Pablo escribió: “les ruego, con todo cariño, que se comporten como es digno de los que han sido llamados por Dios” (Efesios 4:1 NBV). En ambos casos la esencia del mensaje es la misma: nuestra conducta debe estar acorde con el mérito y condición de quien nos ha llamado o es nuestro dueño.
David no sólo mostró respeto por Jehová, su Dios y Padre celestial, cuando venció al gigante, o cuando venció a los “diez miles”, sino también en los momentos de adversidad. Cuando llegó a ser rey de Israel, en medio del éxito y la prosperidad, oró para que jamás olvidara que éstos venían no por mérito propio, sino por la bondad y generosidad del Altísimo. Pero, igualmente, mostró honor, obediencia y confianza a su Dios en aquellos momentos cuando fue perseguido, amenazado de muerte, estaba hambriento y sin hogar.
No seremos defraudados
¡Honrar al Todopoderoso traerá satisfacción! Dios honra a los que le honran y cuando permitimos que Él sea nuestro dueño, perdonará nuestros pecados, nos reconciliará consigo mismo, traerá paz y la compañía de Su Espíritu Santo para ayudarnos a enfrentar tanto los tiempos buenos como los malos.
Pero también tendrá cuidado de satisfacer nuestras necesidades. No nos dejará solos cuando estemos pasando por los valles de sombra y de muerte; abrirá caminos para nosotros donde no los hay; peleará por nosotros en las batallas de la vida, nos saciará con todas sus bondades y nos hará vivir con Él por la eternidad. ¿Cómo no ser dignos del nombre de Cristo?
Capítulo 5: Apártate del mal
Pr. Rigoberto Venegas M.
Serie: Cómo agradar a Dios
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