Serie: El sentido de la Navidad.
Día 4: ¿Se quedó niño Jesús?
Hace más de dos mil años ocurrió el acontecimiento más grande de la historia de toda la humanidad, el nacimiento del ser más importante de todo el universo, la esperanza de salvación de un mundo que iba directo a la condenación.
Tal evento tuvo un impacto a escala cósmica, tanto que los astros se alinearon y reflejaron el camino a los sabios, que hasta el día de hoy no se sabe a ciencia cierta qué constelación de estrellas fue la que siguieron. ¡Sí, nació el Mesías, el Salvador, el Consejero, el Príncipe de Paz!, el que siglos antes había anticipado el profeta Isaías.
Nace el Salvador del mundo del vientre de una virgen protegida por un carpintero, nace en exilio y sin las comodidades y atenciones que requería tan importante personaje ¡Nació Jesús!
Allí estaban María y José con emociones cruzadas, alegres por el nacimiento de su hijo y a la vez preocupados por la inminente persecución; el mismo firmamento no pudo callar el evento, al punto que los sabios pudieron seguir las señales inconfundibles que reflejarían la ubicación del Salvador para llevar sus ofrendas y adoración.
Y por si aún se duda de lo importante que fue el nacimiento de Jesús, basta con revisar el edicto que el rey Herodes, desesperado y atemorizado, emitió para asegurar su continuidad en el poder.
María y José cumplieron los protocolos mosaicos, purificación a los ocho días de nacido, presentación y consagración del primogénito ante el Señor y ofrenda de sacrificio (un par de tórtolas y dos pichones de paloma).
Jesús crecía físicamente y se fortalecía, progresaba en sabiduría y la gracia de Dios le acompañaba (Lucas 2:40), tanto así que los 12 años luego de la fiesta de pascua a las que tradicionalmente asistían, se quedó en el templo mientras los maestros de las Escrituras, sentados escuchaban sus enseñanzas asombrados por su inteligencia, Jesús ya era un adolescente.
Seguía creciendo en estatura, sabiduría, inteligencia, fama, gracia y favor de Dios (Lucas 2:52), sin embargo a pesar de todos esos atributos extraordinarios y poco usuales en un ser humano, vivió sujeto y obediente a sus padres, aprendiendo según se infiere, la carpintería, junto a su padre José a quien ayudaba en tal oficio (Mateo 6:3).
A los 30 años, Jesús, hecho ya un hombre fue bautizado por Juan, y comenzó su misión en la Tierra reclutando a sus doce seguidores a los cuales entrenaría y dejaría su legado.
Jesús ayunó, vigiló, oró, hizo milagros, sanó, libertó, enseñó, exhortó, reprendió, mostró compasión, pagó impuestos, se enojó, y hasta lloró; Él sintió el peso del pecado de la humanidad, y hasta quiso pasar la copa.
Se sintió abandonado, y se lo reprochó a sus discípulos; se entregó a las autoridades y fue juzgado injustamente, sin embargo enmudeció (Isaías 53:7), a pesar del bienestar que trajo al pueblo, ellos eligieron a Barrabás y lo desecharon para morir en una cruz.
Aceptó su castigo porque entendió que ese era su propósito, su plan predestinado, solo así podría haber redención para este mundo. ¡Sí, Jesús murió!, lo hizo para darnos vida, su sangre derramada fue para limpiar nuestros más grotescos y sucios pecados.
Pero Jesús resucitó y ascendió a los cielos; hoy está sentado en autoridad al lado del padre aguardando el tiempo de su retorno, para reinar con nosotros en la tierra.
Ese niño a que le escribes cada año por un regalo, no se quedó como un infante. Él creció, se hizo hombre, murió, resucitó, ascendió a los cielos y dejó un legado para la eternidad.
Sí, Él desea nacer, pero en tu corazón. Desea darte un regalo, el mejor que puedas recibir: Su amor, perdón y salvación.
En esta navidad conmemoramos a este ser maravilloso que vino a darnos esperanza y paz. Déjalo nacer en tu corazón y acepta su maravilloso regalo.
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 6:23 RVR1960)
Luis Medina D.
Serie: El sentido de la Navidad
Dpto. de Redacción NotiCristo
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