"Sed hacedores de la palabra": Santiago 1:22 y la Acción Social Cristiana Hoy
¿Cuántas veces has visto repetirse frente a tus ojos este cuadro: Iglesias fastuosas en contextos sociales paupérrimos? No es solo una imagen, es una realidad que lastima el alma y cuestiona la esencia misma de nuestra fe.
Pero más allá de ser solo una pintura desgarradora, estas palabras encuentran eco en la carta de Santiago, una epístola profundamente práctica y relevante en tiempos de tribulación y desigualdad social.
Imagina por un momento, una comunidad cristiana dispersa, enfrentando desafíos que van más allá de sus creencias. Sus corazones laten al compás de la fe, pero sus días transcurren entre la opresión, la pobreza y la incertidumbre.
En medio de estas dificultades, emergen destellos de contrastes alarmantes: cristianos pudientes rodeados de necesidades apremiantes; personas desesperadas, deseosas de encontrar una mano amiga, rodeadas de cristianos con recursos que podrían hacer una diferencia, pero ciegos al sufrimiento humano, por estar enfrascados en rituales y formalidades religiosas.
Los destinatarios de la carta de Santiago se encontraban inmersos en esta realidad desgarradora. La fe se había convertido en una rutina, un ciclo de oraciones y sacrificios intensos, pero sin eco en la vida cotidiana.
En las reuniones se escuchaban los golpes de pecho y clamores, mientras que a las afueras de aquellas paredes, las voces hambrientas, de los desposeídos y desamparados, clamaba por atención y compasión.
¿Cuál sería el corazón de aquellos que, siendo cristianos acomodados, estaban más preocupados por mantener las formas y seguir patrones religiosos que por extender una mano de ayuda a sus hermanos necesitados?
Sus reuniones podían estar llenas de cánticos y alabanzas, pero la autenticidad de su fe se desvanecía ante la indiferencia hacia los que sufrían a su alrededor.
En medio de esta disonancia, el llamado de Santiago resonaba con estruendo y picor: "Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos".
Su epístola no era solo un recordatorio del mensaje central de Jesús de amar al prójimo, sino que también era un grito desgarrador que atravesaba las paredes de la complacencia religiosa, instando a una fe viva y activa, a una fe que se reflejara en el amor y la ayuda práctica hacia los más necesitados.
Pero la contundente voz del apóstol, no es solo un relato para el pasado. Es un eco resonante que se proyecta a través de los siglos, interpelando nuestras conciencias y desafiando nuestra fe en la actualidad.
La carta de Santiago nos recuerda que la fe verdadera se demuestra en la acción, en el amor activo y en el compromiso con la justicia y la compasión hacia los que sufren a nuestro alrededor.
Sed hacedores de la palabra: desafiando la indiferencia
En la complejidad de la sociedad contemporánea, surge una realidad desafiante en el seno de la iglesia, que parece contradecir los principios fundamentales de la fe: la indiferencia religiosa de la iglesia.
En un mundo lleno de necesidades, donde la desigualdad, la injusticia y el sufrimiento persisten, la indiferencia religiosa se ha infiltrado en las estructuras eclesiásticas, eclipsando la esencia misma del mensaje cristiano.
Es una paradoja desconcertante observar la grandiosidad de muchos templos y la opulencia en algunos círculos religiosos, mientras a su alrededor millones de personas enfrentan pobreza, falta de acceso a la educación, salud precaria y desplazamiento forzado.
En medio de esta realidad, la iglesia, en muchas instancias, parece estar más preocupada por mantener la forma que por abordar el fondo, sumergiéndose en debates teológicos o rituales elaborados, olvidando la esencia de su llamado.
La indiferencia religiosa de hoy se manifiesta en la desconexión entre la fe proclamada y la acción transformadora. Las palabras se desvanecen en la retórica vacía, mientras las necesidades reales de la humanidad claman por atención y cuidado.
La religión se convierte en un espectáculo superficial, desprovisto del poder redentor que debería inspirar cambios significativos en el mundo. Este panorama desalentador, refleja falta de compromiso con la justicia social, apatía hacia los marginados, inacción frente a la opresión y falta de empatía hacia los que sufren.
Se privilegia la comodidad personal sobre el sacrificio por el prójimo, y se confunde la autenticidad espiritual con la acumulación de riquezas o el éxito material.
Pero esta indiferencia religiosa no sólo deshonra el llamado fundamental del cristianismo a amar al prójimo como a uno mismo, sino que también erosiona la credibilidad de la iglesia como agente de cambio positivo en el mundo. Desvincula la fe de la acción, debilitando su impacto transformador en la sociedad.
Sin embargo, en medio de este panorama desafiante, hay esperanza. La voz de aquellos comprometidos con una fe auténtica y activa se alza, desafiando la indiferencia religiosa. Estos individuos y comunidades buscan seguir el ejemplo de Jesús, cuya vida estuvo marcada por el servicio, la compasión y la justicia.
La lucha contra la indiferencia religiosa requiere un despertar colectivo hacia una fe encarnada, una fe que se manifieste en la solidaridad, el servicio desinteresado, la compasión activa y el compromiso con la justicia social.
Es un llamado a revitalizar la esencia misma del evangelio, trascendiendo la superficialidad religiosa para abrazar un amor transformador que impacte positivamente a la humanidad. Es la respuesta del pueblo de Dios a la atronadora palabra que reta: “Sed hacedores de la Palabra”.
¿Cómo activar la acción social para convertirnos en hacedores de la palabra?
Esta interrogante resuena con una urgencia imperante en nuestra realidad actual. Es un llamado a trascender la mera retórica religiosa y traducir nuestra fe en acciones concretas que reflejen el amor y la compasión de Cristo hacia los demás.
En un mundo marcado por la indiferencia y la desigualdad, el desafío de convertirnos en hacedores de la palabra se vuelve cada vez más relevante y apremiante. Para comenzar este viaje hacia una acción social significativa, es crucial mirar más allá de nosotros mismos y reconocer las necesidades de aquellos que nos rodean.
La acción social no solo implica donaciones monetarias o esfuerzos esporádicos, sino un compromiso continuo y tangible hacia la justicia y el bienestar de los demás.
Pasos para Convertirse en Hacedores de la Palabra:
1. Identifica y Comprende las Necesidades:
Observa tu entorno cercano y descubre las áreas donde tu comunidad necesita apoyo. Escucha las voces de aquellos que a menudo son ignorados o marginados. Recuerda que Jesús enfatiza la importancia de ayudar a aquellos que están hambrientos, sedientos, solos, enfermos o encarcelados.
Mateo 25:35-36 (RVR1960): "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí."
2. Involúcrate Activamente:
Participa con tu iglesia en organizaciones comunitarias, grupos de voluntariado o colabora con instituciones que trabajen para abordar esas necesidades. Contribuye con tu tiempo, habilidades y recursos.
El mismo apóstol Santiago escribe en su epístola: "Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma." Santiago 2:14-17 (RVR1960)
¿Cómo podrá ver tu comunidad el amor de Jesús en ti, si le das la espalda a sus aflicciones más profundas? La fe sin obras es inútil. Involucrarse activamente implica poner en práctica lo que creemos, mostrando nuestro compromiso a través de acciones concretas.
3. Promueve la Sensibilización y la Educación:
Aboga por la conciencia social y la educación sobre temas relevantes. Organiza charlas, talleres o eventos que fomenten la comprensión y la solidaridad hacia los problemas existentes.
Sigue el ejemplo de la madre virtuosa del rey Lemuel, que le instruía con sabiduría: "Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso." Proverbios 31:8-9 (RVR1960)
Su ruego, nos llama de parte de Dios, a ser voz para los que no tienen voz, promoviendo la justicia y abogando por aquellos que están en necesidad.
4. Crea Programas Sostenibles:
Establece proyectos a largo plazo que tengan un impacto sostenible en la comunidad. Esto puede incluir programas educativos, iniciativas de alimentación, proyectos de vivienda, entre otros.
El apóstol Pablo exhortó a los Gálatas una iglesia que se había vuelto legalista también, con estas palabras: "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe." Gálatas 6:9-10 (RVR1960)
Su convicción nos recuerda la importancia de perseverar en el hacer el bien, mostrando que el esfuerzo en ayudar a los demás tendrá recompensa de parte del Señor.
5. Fomenta la Participación Comunitaria:
Anima a otros a unirse a esta causa. La fuerza colectiva es más poderosa y puede lograr cambios significativos en la sociedad. Puedes trabajar solo, y harás bien en ser modelo para los otros, pero no dejes de impulsar a tu iglesia, para que actúen como un cuerpo.
Pablo dijo a los corintios: "Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos." 1 Corintios 12:12-14 (RVR1960)
En este versículo el apóstol les mostraba a ellos, y a nosotros, la importancia de la unidad y la colaboración como una sola comunidad cristiana, trabajando juntos para servir a los demás y cumplir con el propósito de Dios.
¿Cuándo puedes comenzar la acción social?
El tiempo de Navidad nos ofrece una oportunidad única para poner en práctica esta verdad. En medio de la celebración y el gozo, podemos recordar el verdadero significado de esta temporada: el amor, la generosidad y el compartir con los demás.
Es un momento propicio para extender nuestras manos hacia los menos afortunados, para brindar consuelo a los solitarios, alimento a los hambrientos y esperanza a los desesperados.
Hay una discusión planteada alrededor si Jesús nació o no en diciembre, pero es una discusión más que nos mete en un callejón sin salida, robándonos la oportunidad de ser portadores de luz en la oscuridad. ¡Valga este tiempo para seguir el ejemplo de Jesús, quien vino al mundo para servir y dar su vida por nosotros!
Es un tiempo para encarnar el verdadero significado de ser hacedores de la palabra, llevando consuelo y alegría a aquellos que más lo necesitan. Más que enredarnos en discusiones de fecha y ocasión, demostremos con hechos, en el presente, la realidad del mensaje de amor y esperanza que representa la venida de Cristo.
Pastor David Parra
Medellin, Colombia
Diseño: Arvic Rodríguez
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Tomado de la Biblia, versión RVR 1960: "En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado." Salmo 4:8.
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